Contrabajo

Eduardo Rolland
Eduardo Rolland LA BUJÍA

VIGO

27 abr 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

CConsternación». «Vigo pierde otra sala de música». Así eran los titulares que anunciaban el próximo cierre de la sala Contrabajo, un pequeño templo de la música en vivo en el corazón del barrio de Casablanca. Pocas personas conozco con la ilusión y las ganas que le pone a su trabajo Rafa Chao, a quien algunos recuerdan de su faceta deportista, cuando jugaba en Europa con el Vigo de Voleibol junto a otros amigos como Xián Parga o el alemán Ralf Jung, hoy maestro cantero y artista de la piedra afincado en el Baixo Miño.

Chao es músico -no olvidemos que forma equipo con los míticos Frying Luras- y eso se nota en la dedicación que ha puesto en su bar.

Porque el Contrabajo siempre ha tenido espacio para todos los palos de las actuaciones en vivo, aunque con grandes bandas de jazz como emblema. Así que es, por tanto, un pequeño drama el cierre de esta sala, que esta misma semana acaba de ser nominada a los premios de la música como la mejor de Galicia. Porque no basta con que una ciudad tenga buenos artistas: también necesitan dónde tocar.

Eso sí: leyendo los mensajes en redes sociales, a uno le surge una pregunta. ¿Cuántos de los cientos que expresaban su dolor por el cierre habían pasado por el Contrabajo en el último año? ¿Cuántos salen algún fin de semana a una sala viguesa? ¿Cuántos pagan una humilde entrada de cinco euros por ver, disfrutar y apoyar a una banda local? Porque es triste lamentarse cuando se pierde un icono de la cultura. Pero todos tenemos algo que preguntarnos al respecto.

Así que hasta el próximo junio tenemos ocasión para un largo adiós al Contrabajo.