«Hago micromundos con recuerdos de la gente»

María Jesús Fuente Decimavilla
María jesús fuente VIGO / LA VOZ

VIGO

Oscar Vázquez

La interiorista viguesa crea auténticas obras de arte en miniatura a partir de las historias emocionantes que le cuentan las personas

22 dic 2018 . Actualizado a las 11:54 h.

¿Se imaginan contemplar desde el sofá una pieza colocada en la repisa que recrea el momento más emocionante de su vida? La viguesa Rebeca Terrón, arquitecta de interiores, es capaz de plasmarlo con todo lujo de detalles. Crea auténticos micromundos personalizados.

-¿Qué es un micromundo?

-Básicamente es la manera de encapsular una historia, como un recuerdo en tres dimensiones. Es una forma de materializarlo y de guardarlo para siempre. Se puede decir que hago micromundos con los recuerdos de la gente.

-¿Por ejemplo?

-Pues igual me cuentan: «Mi abuela se murió, íbamos mucho al bosque, llevábamos una mesa de cámping plegable...». Y con todos los detalles que me dan le doy forma. Vemos cuál es el momento mejor de la historia para plasmar. Me han llegado a escribir las personas que lo reciben como regalo para agradecérmelo. Nunca me imaginé que iba a emocionar tanto.

-¿Cuál es la historia que más le ha emocionado?

-Una preciosa, pero muy triste. Es la que más me ha emocionado. Me escribió un chica contándome que su hermana se había quedado viuda cuando estaba embarazada del tercer hijo. Tenían pendiente una foto familiar con el futuro bebé que nunca llegó a hacerse y pensó que sería bonito regalarle a su hermana un micromundo. Hice al chico como sería en la foto, con el bebé en brazos. Pensé: «¿Qué sentirá esta chica cuando lo reciba? Se va a morir». Lo que lloré yo mientras lo hacía. Me escribieron las dos dándome las gracias y sé que le hicieron un sitio en el salón.

-¿Trabaja por encargo?

-Sí, a partir de las historias. Puede ser un paisaje, que me cuenten cosas, como por ejemplo que han estado en el cañón del Colorado... Lo que quieran guardar para siempre dentro de una campana de cristal, en una lata, en una caja, o donde prefieran.

-¿Cuánto mide una persona en su micromundo?

-Es muy pequeñita, dos centímetros. La escala en la que trabajo es de 1/87.

-Con ese tamaño necesitará gafas especiales o lupa para trabajar.

-Por ahora no pongo las gafas. Soy supermiope y de cerca veo fenomenal. Soy como una lupa si me quito las gafas. Lo que me destrozo son las manos con los materiales: cortes, quemaduras de la silicona...

-Supongo que no servirá cualquier material.

-Es muy variado. La luz de los faros la saco del interior de las bombillas, el cartón de las hueveras simula muy bien la piedra, lo utilizo mucho. También ramas de árboles, musgo, a veces algún plástico...

-¿Se puede vivir de esto?

-Podría vivir de esto, pero tendría que hacer más cantidad y no he dejado de lado mi profesión de interiorista. Muchas veces digo que no, porque no tengo tiempo para ello.

-¿Cuánto dedica a cada historia?

-Depende, porque no todas son lo mismo. Es difícil dar un plazo, a veces llevan más tiempo del previsto, como me ha pasado en alguna ocasión. El problema es cuando tengo que hacer la réplica de una casa. El otro día hice la de la Casa de las Conchas, en A Toxa. Es mucho detalle y me pasé horas y horas a pleno rendimiento. Solo preparar todo me lleva un montón de tiempo. También hice unas casas antiguas en la plaza de Ribadavia.

-¿Los encargos son siempre de particulares?

-Habitualmente sí. Una chica me encargó en una ocasión 500 piezas para una empresa, pero era inviable. Lo bonito, precisamente, es que sea artesano cien por cien y que cada persona tenga un micromundo suyo, exclusivo. Lo único que compro son las figuritas y luego las adapto. Las pinto y les doy la forma que conviene, cambio el brazo, el pelo, la barba...

-¿Qué es lo más difícil que ha hecho?

-Lo más complicado son los detalles pequeñitos, como cuando tuve que recrear una cena en Bali. Recuerdo que hacer el ala de un sombrero tenía bastante dificultad, requiere mucha precisión con las pinzas.

-¿Qué siente cuando ve su obra acabada?

-Cuando la veo pienso que cómo fui capaz de hacer eso. Si lo pienso, no lo hago. Me pasa siempre. Cuando repaso las fotos de los micromundos recuerdo la historia que tienen detrás y es emocionante.