Isaac Peral y Vigo

VIGO

El inventor del submarino torpedero fue aclamado en la inauguración de la estatua de Méndez Núñez y se le planteó traer la luz eléctrica a la ciudad

25 abr 2018 . Actualizado a las 11:59 h.

I saac Peral es una calle convertida en nudo. Allí confluyen una vía férrea y una autopista, desde que fue ampliada en 1992 para conectar García Barbón con la Travesía de Vigo. Pero su historia es más antigua. Viene de una época en que el genial inventor cartagenero era una celebridad mundial. Porque, a finales del siglo XIX, en España Isaac Peral aparecía en cromos, en revistas y hasta en las cajas de cerillas. Y en Vigo era un personaje aclamado, hasta el punto de que sus dos visitas a la ciudad se convirtieron en un formidable acontecimiento.

«Era el hombre de moda, el personaje que todos los alcaldes querían invitar, como sucedió en Vigo», afirma el historiador Diego Quevedo, que el pasado viernes ofreció la primera conferencia de la programación complementaria a la exposición Verne: los límites de la realidad. Para la muestra del museo Marco, este experto ha prestado piezas únicas sobre Peral, algunas auténticas joyas como los daguerrotipos originales de la botadura del submarino en Cádiz en 1888. Por cierto, solo habían pasado 20 años desde que el Nautilus del capitán Nemo entrase en la ría de Vigo en 20.000 leguas. Así que, desde la imaginación de Verne, un submarino de propulsión eléctrica pasaba a ser una realidad en apenas dos décadas,

Peral llegó a Vigo en la cumbre de su popularidad el 21 de agosto de 1890. Estaba invitado para que inaugurase en la plaza de Compostela la estatua de Méndez Núñez, vigués y héroe del Callao. Aquel viernes, un inmenso gentío se dio cita en la plaza de Compostela para contemplar una estatua que fue sufragada por la «sociedad higiénica y recreativa» El Gimnasio, que pagó sus honorarios al escultor Agustín Querol tras hacer una cuestación entre sus socios.

El conjunto representa al almirante con un gesto airoso, mirando en lontananza. En una mano, lleva un sable y unos prismáticos. Con el otro brazo, extendido, señala el horizonte. Un pergamino de bronce en el basamento lleva la que fue, sin duda alguna, su sentencia más aclamada: «Más vale honra sin barcos que barcos sin honra».

La inauguración de la escultura fue una gran fiesta local, con un inmenso gentío congregado en la Alameda. Además de Isaac Peral, asistió al acto un familiar del marino, Isidoro Méndez Núñez. Y la parte musical estuvo a cargo de los orfeones La Oliva, de Vigo; Los Amigos, de Pontevedra; Orfeón Gallego, de Lugo; las bandas de música municipales de Tui y Vigo; y las de los regimientos de Murcia y de León.

Como desveló Diego Quevedo, existía una conexión directa entre Casto Méndez Núñez e Isaac Peral. Porque el suegro de este último, Antonio Cencio, era médico de la Armada y había asistido al marino vigués cuando fue herido en el combate de El Callao.

Además de inaugurar la estatua, Peral presidió una regata de veleros en la ría y fue aclamado por los vigueses por las calles.

Dos años más tarde, en 1892, regresa el inventor a Vigo, para girar visita al balneario de Mondariz, en esa época ya un destino de lujo con fama internacional. «En esta visita, Enrique Peinador le propuso electrificar no solo la villa, sino todo el sur de Galicia», asegura Diego Quevedo. Tras abandonar la Armada, después de padecer toda suerte de humillaciones pese al éxito de su submarino, Peral está creando en su vida civil varias empresas eléctricas, en las que aplica los conocimientos adquiridos con su invento.

En Mondariz, se encuentra también con la escritora Emilia Pardo Bazán, con la que traba una buena relación y que le dedica un artículo en el diario El Imparcial. «En este escrito, la condesa ya anota que lo ve triste», explica Quevedo, «sin duda, ya se notaban los efectos del cáncer tan avanzado que padecía y que le llevaría a la muerte tres años más tarde».

Peral firma en el libro de oro de Mondariz. Y Quevedo ha recuperado imágenes de su estancia, en las que posa con familiares y otros huéspedes. En una de ellas aparece junto al padre Mortara, un sacerdote muy famoso en su época porque sabía hablar quince idiomas. El historiador también ha rescatado unas fotos inéditas en las que se ve al inventor en una visita al castillo de Sobroso, en agosto de 1890, y que pueden verse en la exposición del Marco.

Isaac Peral no llega a diseñar la electrificación del sur de Galicia, aunque visita zonas del río Tea donde se podrían instalar pequeñas centrales eléctricas. En su viaje de regreso, pasa por la comarca de Valdeorras, donde en el municipio ourensano de Rubiá adquiere una mina de antimonio, mineral que necesita para sus proyectos de ingeniería.

No regresaría Peral a Galicia. De hecho, desde 1892 su enfermedad se agrava y termina falleciendo en 1895 en Berlín, donde acude a ser operado de su cáncer de piel. Ignorado por los mismos que lo aclamaban, víctima de envidias e inquinas de políticos en Madrid y de los propios altos cargos en la Armada, se iba un genio que no recuperaría el reconocimiento hasta mucho tiempo más tarde.

En la ciudad de Vigo, tiene una calle que se ha convertido en nudo. Y el recuerdo de dos visitas del inventor del submarino torpedero, que hizo realidad dos décadas más tarde el sueño del capitán Nemo.