Prueba de carga

Eduardo Rolland
Eduardo Rolland LA BUJÍA

VIGO

29 dic 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Sospecho que los usuarios de la AP-9 somos también sometidos a pruebas de carga. En nuestro caso no se utilizan camiones cargados de arena, sino un sistema de tarifas que se incrementa año a año para comprobar dónde están los límites que estamos dispuestos a soportar. Por ahora resistimos, salvo tímidas protestas como cuando los del Morrazo provocaban colas pagando en pesetas. Por lo demás, nuestras fatigadas espaldas demuestran milagrosa capacidad de resistencia. Da igual que salga más barato volar desde Peinador a Barcelona que viajar en coche a A Coruña. Los usuarios de la otrora llamada autopista del Atlántico estamos dispuestos a rascarnos la cartera por toda la eternidad. Porque esto último, el carácter eterno de la concesión, es también otra de las pruebas de carga. Estamos a solo unos días de 2018, el año en que terminaba la regalía y la autopista volvía a titularidad pública. Pero habremos de esperar 30 años más, gracias al acuerdo adoptado por el Gobierno en 2000, que prolongó la concesión hasta 2048. Que la autopista gallega es una mina lo demuestra también la prueba de carga oficial, la de los camiones. Realizada de noche en plena alerta naranja, con avisos para restringir las actividades en tierra y mar. Las prisas por terminar en este año, y poder así aplicar las nuevas tarifas el que viene, nos dejaron la estampa de una temeridad, realizada con vientos por encima de 100 kilómetros por hora. Una operación de alto riesgo con el asombroso visto bueno del Ministerio de Fomento. Todo para una nueva prueba de carga, subiendo los peajes. Está visto que lo aguantamos todo.