El Coruxo, ejemplo de solidaridad

VIGO

cedida

El club puso el campo a disposición de los afectados por los incendios y los jugadores colaboraron

17 oct 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Rondan las siete de la tarde del domingo en el campo de O Vao. Una inmensa columna de humo lleva tiempo tiñendo el cielo y parece que va a más. El partido contra el Guijuelo ha finalizado con victoria del Coruxo pero entre el público, la directiva y los jugadores el ánimo está espeso. Por los teléfonos no llegan buenas noticias. Les hablan de llamas, de humo, de peligro y de dolor. No hay tiempo para celebraciones.

«Ao rematar o partido vimos como estaba a situación, que os lumes ían a máis. Acompañamos ata Pontevedra ao Guijuelo e aos árbitros porque a autovía estaba cortada, e xa nos chegaron noticias de que a policía estaba dicindo que había que desaloxar Fragoselo», recuerda Gustavo Falque. Algunos vecinos que no podían estar en sus casas llegaron a O Vao con las noticias y el club no se lo pensó. Abrió de par en par las puertas de su campo para que todo el que lo necesitase, tuviese un lugar donde cobijarse. La situación empeoraba y el estadio abría sus brazos. «Puxemos á súa disposición a cantina, augas, cafés, tilas, o que precisaran, aínda que a xente sobre todo precisaba consolo», cuenta el presidente del club. A media noche podían ser 400 personas las que compartían pesar en el estadio.

O Vao cambió fútbol por angustia, pero también de consuelo, lo que necesitaba gente que acababa de dejar atrás hogares con las llamas en las puertas. Una sensación de vulnerabilidad que afectaba también a gente de la directiva del club, caso de Javier Maté, su director deportivo, cuya casa está en Chandebrito.

El equipo se moviliza

En medio de la desolación, la plantilla del Coruxo dio un paso adelante. Quiso ayudar, se movilizó por su grupo de WhatsApp y cuando al caer la noche los jugadores se presentaron en O Vao dispuestos a echar una mano. Algunos colaboraron dando ánimos y otros acarreando cajas de agua. «Colaboramos no que puidemos, levando caixas de auga ata o punto de control de Fragoselo, no colexio, que era ata onde nos deixaban ir. Era desolador. Na escola reinaba certa sensación de tranquilidade, de calma chicha, pero de alí para arriba non se vía nada, non se daba respirado. A sensación era indescritible», cuenta el capitán, Antón de Vicente.

Su compañero Campillo fue otro de los que se movilizó, aunque en su caso primero fue en Sampaio. «Rematou o partido, vin como estaba todo e pensei ‘¿que fago eu aquí?’. Marchei para Sampaio, ao meu barrio de toda a vida. O lume estaba preto das casas e xunteime cos meus veciños, cos meus amigos da infancia para axudar. Aquelo era caótico, había xente desbrozando para evitar que o lume avanzase, fixemos cadeas humanas para botar auga, axudámoslles aos bombeiros a subir as mangueiras». Campillo, después de haber jugado 90 minutos ante el Guijuelo, trabajó codo con codo con su gente de suenore para evitar que el drama fuese mayor.

Recuerda Gustavo Falque que en la larguísima noche del domingo al lunes intentó en repetidas ocasiones subir hasta Fragoselo, donde tienen el campo de entrenamiento, para ver qué daño había causado el fuego. Pasaban de las cuatro de la mañana cuando al fin pudo acercarse y lo hizo con Javier Maté al lado. «Foron 14 quilómetros eternos», dice el presidente. El director deportivo vive en Chandebrito y sabía que el fuego había cercado su casa. Falqué y el exfutbolista hicieron el camino pensando lo peor. «Non sei nin como demos chegado, Maté estaba desesperado, normal. Cando chegamos e vimos que a casa estaba a salvo, foi unha sensación inexplicable», revela el presidente del Coruxo.

Fragoselo, afectado

Peor suerte corrió el campo de Fragoselo en el que juegan y entrenan los vigueses. El fuego rodeó el perímetro, quemó la taquilla y una de las vallas, se llevó por delante el tendido eléctrico hasta el transformador y calcinó el coche en el que el club transporta el material hasta O Vao y con el que pasan los cepillos al campo sintético. La falta de suministro eléctrico dejará las instalaciones impracticables entre diez y doce días y el club ya trabaja para arreglar la agenda del fin de semana. Los alrededores del campo están teñidos de negro y de dolor, pero incluso en los peores momentos hay sitio para la esperanza.

«A solidariedade que se viu foin encomiable», zanja Falqué. La cara positiva de un día teñido de humo.