«Está en juego nuestra salud»

Juan Manuel Fuentes Galán
juanma fuentes VIGO / LA VOZ

VIGO

M.MORALEJO

La orden de no baldear los recintos de los animales indigna a la plantilla del zoo. «Algunos tienen heridas que supuran», dice uno que se rebela

25 jul 2015 . Actualizado a las 09:57 h.

«Yo voy a seguir baldeando». José María Alonso lo tiene claro, pese a la orden de los responsables del zoo vigués de reducir al máximo el baldeo para ahorrar agua. Esto implica, incluso, según un escrito de un conservador del recinto, el uso mínimo del baldeo «nos recintos interiores dos animais e baixo autorización dos responsables técnicos, sendo preferible o uso da fregona para a limpeza dos mesmos».

«Esta en juego nuestra salud e incluso la de los animales», explica este trabajador del zoo. «Y si eso supone un problema, que me abran un expediente, porque es de sentido común». Motivo: «¿Qué hacemos si no se baldea? Por ejemplo, con dos animales de gran tamaño que están permanentemente enfermos, el oso desde hace dos años y la tigresa desde unos tres. Lo hay con heridas que supuran y es posible que sigan de por vida. Y claro, se mueven, tocan con las heridas las paredes y las embadurnan. Si lo dejas un día sin baldear, el olor es tremendo», explica.

La orden de no baldear afecta también a los recintos exteriores de los animales, y allí el problema es de menor entidad, pero existe. «Es también una cuestión de salud la limpieza con baldeo. Los animales defecan, y eso es visible y es en lo que se piensa, pero también están todo el día orinando y es preciso limpiar a fondo estos espacios», sentencia.

En el caso del oso, hace unos años se rompió una pierna y, tras ser operado en Lugo, regresó y al poco empezó a supurar la herida. La tigresa tiene un problema de estómago «y tenemos que darle la carne picada para que no vomite».

Lo que dice no saber este empleado municipal es si los demás trabajadores del zoo están cumpliendo la orden de no baldear. «Es posible que algunos lo hagan y otros piden permiso para usar la manguera», reconoce.

Mala gestión

Por su parte, tiene claro que «hay una mala gestión y lo demás son pamplinas». Refiere el caso del lago de los gamos, que pierde 12.000 litros todos los días «y no hace tanto que se hizo. Después fue reparado dos veces, pero sigue igual». También cita el puente de los castores, «que debería tener un circuito para reutilizar el agua y que no se vayan por la alcantarilla o monte abajo 21.000 litros todos los días».

Insiste en que el uso del agua es necesario para limpiar «y para más cosas. Si en la charca de los patos no echamos agua baja el nivel y no pueden salir. Yo ya expliqué que si se mueren no me hacía responsable». Acepta que puede reducirse el baldeo en zonas de uso público, «pero tal como lo plantean no tiene sentido: de repente se dan cuenta de que se gasta una barbaridad y lo prohíben. Es un poco de choteo».

«Esto parece más un parque de ocio que un recinto zoológico»

«Ahora mismo, Vigozoo parece más un recinto de ocio que de animales. Lo importante es que luzca bonito más que pensar en los animales. De hecho, la última adquisición ha sido una piscina portátil que llevaron hace un mes, que supongo también gasta agua, destinada a los campamentos de chavales, aunque no han llegado a ponerla en marcha».

José María Alonso es muy crítico con la gestión de la instalación en la que trabaja. «Las cosas no pueden ir bien a la fuerza: en el 2011 éramos 18 cuidadores y dentro de unos meses, con las bajas previstas, quedaremos solo 9. Con esa plantilla tenemos que atender a los animales a correr y no ejerciendo propiamente de cuidadores. Limpiar y darle de comer, nada más. Imposible observarlos, ver como están, si alguno cojea... No hay tiempo. Lo cierto es que hay un protocolo en cada sección para hacer cosas de ese tipo, pero es imposible cumplirlo. Y además de ser pocos, la media de edad debe estar en unos 55 años. Somo todos mayores», explica.

Respecto al control del gasto, estima que en algunos casos atenta contra la salud de los animales. «Una cierva tiene como bebedero un cubo de agua, que lo tira con frecuencia con las patas y se queda sin nada. Lo sujetamos con piedras, pero es una chapuza. Bueno, pues así sigue y nadie se preocupa. Como siga así, esto va a morirse de pena», filosofa con respecto al recinto. «No saben que hacer con él, si un recinto para el ocio o un zoológico con animales. Es lo que pienso».