Estar a la altura

VIGO

26 dic 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Vigo no tiene «políticos a la altura de lo que se merece», dijo hace pocos días María José Bravo Bosch, una señora que se dedica hacer política en Vigo.

Lo merezcan o no, sí que lo valen. Solo en sueldos -dietas y otros aparte-, el Concello de Vigo se gasta 1,1 millones al año en políticos. Que para no estar a la altura, tampoco está mal.

A ellos se suman los sueldos de otra gente. Políticos hay al frente del Puerto y de la Zona Franca. Los hay también a la cabeza de la Diputación y de la Subdelegación del Gobierno. Hay políticos que se dedican a representar a los vigueses en el Congreso, en el Senado y en el Parlamento gallego. Y los hay, por supuesto, dirigiendo la Delegación de la Xunta en Vigo. Siempre reconforta que sean ellos mismos los que reconozcan que no están a la altura.

Pregunté si, después de su frase, María José Bravo salió corriendo de su despacho de camino a la farola de Urzaiz para recuperar el espíritu del 15-M al grito de «¡No nos representan!»; pero me dijeron que no, que solo bajó a tomar algo a una cafetería de Montero Ríos.

En Vigo se ha escuchado que los políticos no están a la altura desde que existe la ciudad. Allá por 1840, Nicolás Taboada y Leal se quejaba de la mala suerte de la ciudad con sus gobernantes en su Descripción topográfico-histórica de la ciudad de Vigo, su ría y alrededores. A partir de ahí, la bibliografía de la queja es amplia y documentada. Lo que faltaba era que vinieran ellos mismos a quejarse.

Como buena viguesa, María José Bravo Bosch es ourensana y se queja de sus políticos. Y tiene razón. Pero ni se sonroja ni pregunta dónde está la puerta para empezar a poner remedio a ese problema. ¡Por mí -y por los 55.544,48 euros que me paga la Xunta cada año por ser su delegada en Vigo- y por todos mis compañeros! Y aquí tonto el último.

angel.paniagua@lavoz.es