¡Qué bien, a Madrid en 29 horas!

Jorge Lamas Dono
JORGE LAMAS VIGO / LA VOZ

VIGO

escaneada

La puesta en marcha del tren correo evitó a los vigueses cinco horas de viaje cuando se dirigían a la capital

14 abr 2012 . Actualizado a las 14:49 h.

Hasta el 1 de abril de 1886, un vigués que viajase en ferrocarril hasta Madrid tenía que hacerse a la idea de que tardaría 34 horas en cubrir la distancia. La Compañía de los Caminos de Hierro del Norte de España introdujo entonces una importante novedad: el tren correo. Este servicio partía de la estación del Norte, en Madrid, a las siete de la mañana y llegaba a Vigo a las doce de la mañana del día siguiente. «Así pues el trayecto será de 29 horas desde Vigo, en vez de las 34 que se emplean actualmente entre Madrid y Vigo, pasando por Portugal», recogía días después la publicación Gaceta de los Caminos de Hierro.

La alusión a Portugal es importante porque quiere decir que muchos vigueses empleaban la conexión a través de Oporto, dirigiéndose posteriormente, a través de la Linha da Beira hacia Vilar Formoso y Ciudad Rodrigo, en Salamanca.

La otra vía de enlace con Madrid era conectar a través de Ourense con Monforte y después por León, Valladolid y Ávila. Precisamente esta es la línea que seguirán los trenes-correo. «Si son grandes las ventajas obtenidas con la creación de los trenes correo para los que visitan las provincias gallegas, no son menores para los pueblos de Castilla, que pueden utilizar este nuevo servicio, teniendo en cuenta que el tren de regreso pasa por Palencia, Valladolid y Ávila, a las doce y media, dos y tres de la tarde, respectivamente», añade el mencionado periódico.

El 26 de marzo de 1886 se inauguraba el puente internacional de Tui-Valença, un hecho que permitiría enlazar directamente las conexiones ferroviarias de Vigo con Oporto sin tener que realizar transbordos en otros medios de comunicación. «Según dicen en Vigo, las compañía de ferrocarriles portuguesas y españolas trata de combinar unos trenes de recreo entre Vigo y Oporto, dos veces por semana, con billetes de ida y vuelta a reducido precio», decía El Liberal, en abril de aquel año.

Sin embargo, la conexión ferroviaria entre Oporto y Vigo ya había sido tratada con anterioridad por los gobiernos de Portugal y España. Fue en el año 1857, mucho antes de que comenzasen siquiera las obras de construcción de la vía de aproximación a Vigo. En aquella ocasión, el general Rubín y varios representantes del Gobierno español acudieron a Lisboa para tratar con los portugueses la prolongación de la línea férrea Lisboa-Oporto hasta la frontera del río Miño.

Varias cámaras municipales del norte portugués secundaban la idea, aunque la principal razón económica de la apuesta era la importancia del puerto de Vigo para los intereses comerciales de Oporto. La Linha do Minho, como sería conocida en Portugal, alcanzaría Valença en agosto de 1882, aunque el ferrocarril que uniría la capital portuguesa del norte con Vigo no se establecería hasta comienzos del siglo XX.

Pero volviendo al 1 de abril de 1886, los vigueses lograron aquel día un gran avance en su lucha contra el aislamiento respecto a la capital de España. Tan solo quince años antes, la distancia se salvaba tras un viaje de tres días. Parte del recorrido era necesario cubrirlo en una diligencia tirada por caballos, como la que convirtió en leyenda cinematográfica John Ford.

Este medio de transporte pasó al olvido para las distancias largas cuando en 1884 quedó abierta la línea de ferrocarril que enlazaba Vigo con Madrid, a través de Monforte. Hubo que esperar casi setenta años para que Franco inaugurase la conexión ferroviaria a través de Puebla de Sanabria, acortando más el tiempo del viaje.