Una animalada de 1,2 millones al año

antón lois / amigos da terra

VIGO

Los más de cuarenta años de existencia del zoológico de A Madroa, que se mantiene pese a la cierre de museos y centros deportivos, son una crónica de horrores y errores

04 mar 2012 . Actualizado a las 07:07 h.

El zoo de Nueva York tenía un cartel que anunciaba a los visitantes que podían contemplar al animal más peligroso del mundo. En la entrada de la instalación donde se encontraba, unos paneles detallaban la peligrosidad del ejemplar salvaje que iban a contemplar: su voracidad, su potencial invasor, su capacidad destructiva, su ferocidad aniquiladora del propio entorno y de su propia especie. Y al final los visitantes se encontraban con? un espejo.

Los zoos nacen a mediados del siglo XIX como casas de fieras victorianas. Se trataba de mostrar el dominio del hombre sobre la naturaleza y demostrar quién llevaba los pantalones en el planeta. Con el tiempo, se modernizaron y empezaron a denominarse «agentes de conservación», que viene siendo el cambio de su papel de exposición de animales a implicarse en la conservación de las especies que no pueden sobrevivir en sus hábitats naturales porque estos desaparecen vertiginosamente.

Retóricas aparte, los zoos participan de un fracaso: conservar a las especies in situ, en y con sus hábitats, donde deben vivir. Deberíamos pensar que, cuando vemos a un animal silvestre en un zoo, en rigor lo que estamos viendo es la caricatura de lo que en su día fue un hermoso animal, encerrado en un espacio artificial, pequeño, desnaturalizado, descontextualizado. Un animal silvestre condenado a cadena perpetua mientras fuera se destroza sistemáticamente la naturaleza ¿es éticamente aceptable en el siglo XXI?

Vigozoo se inauguró hace más de cuarenta años, en la transición de las alcaldías de Rafael Portanet y Antonio Ramilo. Puestos a empezar mal, la ubicación elegida en lo alto de A Madroa, con orientación al norte, ya fue la peor de las posibles.

Hacer la cronología histórica de Vigozoo ocuparía más que el periódico entero. No se sabe por dónde empezar la lista de errores y horrores. Desde los animales que morían de frío, el puma fugado que se refugia en un bar, las osas en una jaula de veinte metros cuadrados (y que luego casi mueren ahogadas en el foso de su nueva instalación), instalaciones sin siquiera puntos de agua y gastar millones en una cafetería y un edificio-puente bajo el que no caben los camiones de la basura, hasta un quirófano en un piso en el que los animales grandes no caben en el ascensor, no contar ni siquiera con aparato de radiografías y tener que atender animales en Cotorredondo, los presuntos perros que masacran gamos (extraño suceso jamás aclarado), el veterinario «adoptando» animales en su casa, el ciervo fulminado por mala aplicación de anestesia, el bisonte que saca un ojo a una niña, los gatos que contagian virus que mata a linces, intentos de cría en cautividad entre hermanos o especies distintas, el buitre domesticado, cuarenta años sin licencia municipal, sentencia que dictamina que los terrenos están usurpados ilegalmente por el Concello? Y los ecologistas pidiendo la reconversión o cierre año tras año.

No era casualidad que figurase en el listado de los diez peores zoos de España y fuese denunciado reiteradamente ante la UE. Es la directiva comunitaria la que obligó a dar un giro fundamental a las instalaciones. Tras catorce años desde que se promulga esa directiva nada había cambiado sustancialmente, a pesar de las prórrogas extraordinarias concedidas y los gobiernos que se alternan en Concello y Xunta. Finalmente, la UE determina que se aplique definitivamente la normativa o se cierra. En ese momento saltan las alarmas y Vigozoo, por imposición, acomete en un par de años lo que no se hizo en catorce. Debería darnos vergüenza.

En la web municipal, Vigozoo se sigue anunciando como el único de la comunidad a pesar de la docena de zoos y acuarios existentes en Galicia. Como si para determinadas cosas la singularidad fuera un valor. En un momento en el que contemplamos el cierre generalizado de ofertas culturales, museísticas, etnográficas y deportivas en la ciudad, ¿por qué ese empecinamiento en mantener a toda costa un zoo que, además, cuesta 1.200.000 euros anuales?

chequeo al medio ambiente vigozoo