Va a resultar que el mundo está lleno de buena gente. Porque, desde hace una semana, tengo el correo lleno de mensajes de ciudadanos anónimos de medio mundo que se ofrecen voluntarios para hacer el bien.
La cosa es asombrosa: hace dos semanas, publiqué aquí un artículo, titulado Salir a comer fuera, en el que narraba cómo una ONG, llamada Vida Digna, regenta en Vigo un comedor social que tiene una sección dedicada a las familias con niños. En esta zona, se tratan las mesas como si fuesen de restaurante, para que los chavales no sepan nunca que, los fines de semana, sus padres los llevan en realidad a comer a una institución de caridad.
Por razones que se me escapan (hace dos meses que no entro en las redes sociales), el artículo comenzó a circular por Twitter y por Facebook. Y se extendió como la pólvora. Ayer, más de cinco mil personas lo habían compartido desde la página web de La Voz. Y, a su vez, en Internet siguió repicándose hasta el infinito.
Como consecuencia de esto, recibo una cantidad ingente de mensajes de ciudadanos entusiasmados con la iniciativa de Vida Digna. Recojo una selección, como muestra.
Raquel, de Madrid, quiere hacer una donación. Yolanda ha implicado a un restaurante de Nigrán, que propone dar comidas gratuitas. Kevin, que tiene un dúo de espectáculos, se ofrece a actuar en el comedor. Elena, creo que uruguaya, hace tartas y quiere llevarlas cada fin de semana. Vanessa propone preparar postres caseros para los niños. Cesáreo pide un mail de contacto, para ayudar a servir las comidas. Y no llegaría el espacio de este artículo para dar la lista completa de ofrecimientos.
Escriben también Cristina, desde Madrid, miembro de Democracia Real Ya. Un italiano, Bruno, periodista, que desea reproducir el artículo en la web de una ONG de Roma. Guillermo, desde Barcelona, pregunta si existe allí alguna organización similar. Y Pepe, de Bilbao. Y Jorge, de Valencia. Y Javier, de Sevilla? Desde América, hay decenas de correos: María Eugenia, desde Buenos Aires. Carlos desde Bolivia. Andrés, desde Chile. Fernando, desde Perú. Mariano, desde Ecuador. José Luis, Antonio, María, Gerardo y Cosme, desde Uruguay. Jacinto, desde Venezuela?
Me paso un buen rato cada día respondiendo a estos mensajes. Y un poco en estado de shock. Porque hace tiempo que las Navidades, como el árbol, me parecen un poco de plástico. Como lo demuestra que los dirigentes de Novagalicia Banco hayan eliminado el tradicional belén, que tantos niños vigueses visitaban en la vieja y extinta caja de ahorros. A eso le llaman ahorrar en una entidad donde se adjudicaron sueldos e indemnizaciones millonarias.
Por eso, en estos tiempos difíciles, en un tiempo de canallas, que diría Lillian Hellmann, da gusto asistir al espectáculo de ver tanta buena gente. Feliz año 2012.
eduardorolland@hotmail.com