La cocina sin secretos ni experimentos

b.r.sotelino VIGO / LA VOZ

VIGO

Carmiña Valverde continúa al frente del restaurante que su madre abrió en 1930 como tasca

04 dic 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Carmen Valverde Roel no sabe qué es eso de vivir de espaldas al mar. Toda su vida ha girado entorno a él. Hija de patrón de pesca natural de Bouzas, creció al lado de O Berbés, en cuya lonja su madre, nacida en Compostela, vendía pescado antes de abrir en 1930, la pequeña tasca que años más tarde crecería convirtiéndose en uno de los referentes culinarios de la ciudad. Carmen, Carmiña, que es como todo el mundo la conoce, estaba llamada a suceder a su progenitora, toda una institución al frente de El Mosquito. «Yo crecí aquí. Estuve en el colegio interna unos años y después, como no quise estudiar, a los 16 años empecé a trabajar junto a mi madre y ya llevo 57 años», cuenta. Su marido, Manolo, también trabajó con ella en el restaurante hasta su fallecimiento.

La responsable del restaurante enclavado en el corazón de Vigo asegura que su cocina no tiene más secretos que uno que se puede proclamar a gritos: «Nuestra cocina es muy sencilla y muy natural. Tenemos buen producto, de primera calidad. Yo no podría nunca hacer lo que hacen Ferrán Adriá o Arzak. No sabemos ni lo podremos hacer nunca. Ni lo intentamos. Lo nuestro es lo tradicional. Además, con el producto que tenemos, no necesitamos más. La nueva cocina hay que dejársela a los jóvenes que empiezan y que lo están haciendo muy bien», argumenta.

Durante muchos años Carmiña estuvo bregando en la cocina con los pescados y mariscos de la ría que son el orgullo de la casa y el placer de sus comensales. Ahora, ya jubilada, ejerce de vez en cuando de relaciones públicas y ve con tristeza cómo languidece el sector en tiempos de crisis, mientras recuerda los inicios. «En Vigo éramos cuatro, El Castro, El Nuevo País, La Cueva y poco más. Mi madre trabajó duro y tuvo la suerte de triunfar muchísimo, tuvimos muy buena clientela, que aún conservamos. La gente la quería mucho. Era una mujer muy buena», que, según cuenta, «estuvo con las manos en la masa hasta el final. Exactamente hasta ocho días antes de morir. Se marchó un sábado y el domingo siguiente se murió».

El nombre del local viene, explica, de los orígenes del negocio, cuando era una tasca marinera donde se servía «vino en tazas y una tapita de raya frita, que valía 15 céntimos. El anagrama es por el vino, que atrae a los mosquitos», comenta.

Carmiña tiene tres hijos, pero sus trayectorias profesionales no les han llevado por el camino de la hostelería, aunque puede que haya relevo generacional. «Tengo un nieto al que le gusta mucho este sector, es cocinero, pero no trabaja aquí conmigo y además hace nueva cocina», indica. Carmiña reflexiona sobre la situación actual. «La gente se queja de los precios, pero esto tiene muchos gastos. Tenemos un comedor de 60 plazas atendido por dos personas y otras tres en la cocina», advierte. Algunas de las trabajadoras llevan con ella media vida. «Josefa lleva 44 años y Lidia, 29. Aquí el personal se va por aburrimiento o por lo que sea, no porque los tratemos mal», bromea.

El Mosquito ha sido y es uno de los restaurantes frecuentados por famosos artistas y grandes gastrónomos, como Cunqueiro. La cercanía del teatro García Barbón ejerció de imán y poco a poco se fue corriendo la voz. En sus mesas se han sentado desde Julio Iglesias a Lina Morgan, Pepe Bódalo, José Luis López Vázquez, Paco Rabal, Lola Herrera, Jesús Puente.... la lista es interminable. «Nuestra clientela es muy fiel. La verdad es que nunca tuvimos ni un problema con nadie, quizás alguna protesta cuando no teníamos carta. Pero desde que la tenemos la gente sabe a qué atenerse. De todas formas, aquí se atiende por igual al que viene a tomarse un vino y una tapa de pulpo que al que quiere pegarse una mariscada», subraya.

Desde 1950.

Praza de A Pedra, 4.

En sus paredes cuelgan enmarcadas cientos de fotos de personajes famosos que han disfrutado de su comida.