Aunque su estilo no es el de Juan Pardo, bien podría entonar aquello de «mi guitarra cantaba por mí y lloraba también cuando yo estaba triste... Pero nunca entenderéis a mi guitarra...». Este instrumento fue uno de los mejores apoyos para David Curra Aguín (35 años) cuando sufrió el resbalón de las drogas y decidió que era hora de levantarse. En estos tiempos de crisis también se vale de su música para al menos no pasar hambre. ¿Quién sabe si algún día se convertirá en un Cat Stevens callejero?
-¿Por dónde le ha llevado la vida?
-Estuve tocando en Mallorca y en Canarias. También me buscaba la vida en la hostelería.
-¿Siempre en la calle?
-No siempre, porque actué con un par de orquestas y en varios grupos de amigos.
-¿Quién le enseñó a tocar?
-Soy un autodidacta de la música. Aunque en la calle utilizó la guitarra española, mi especialidad es la acústica.
-¿Cuál es el tipo de música que le gusta hacer?
-Sobre todo blues acústico, pero aquí, en la calle, con la guitarra española, hago algunas versiones de Antonio Vega, como la de la canción Se dejaba llevar, además me gusta mucho. También de Platero y Tú, o de Fito y Fitipaldis, y alguna propia.
-¿Por qué regresó a Vigo?
-Es que me había quedado sin trabajo, aunque tuve muchos oficios, incluso de chófer. Estuve once años fuera de Galicia.
-¿Superó su etapa negra de la droga?
-Totalmente. Con la guitarra logré superar esa adicción, pero perdí a mi novia, que fue el amor de mi vida. Ahora he vuelto a recuperar la alegría.