El Celta regala la salvación al Huesca en la despedida de la «era Eusebio»

Juan Villar VIGO/LA VOZ.

VIGO

La afición que se citó en Balaídos abucheó a los celestes por el bochornoso espectáculo que ofrecieron

20 jun 2010 . Actualizado a las 10:46 h.

El Celta despidió una temporada vergonzosa de forma indignante y bochornosa. Además de estancarse en los 52 puntos y de finalizar la liga solo dos por encima de los equipos que han descendido, la imagen de la última jornada fue muy deshonrosa.

Perder frente a un rival que se jugaba la vida entra perfectamente dentro de los pronósticos, pero hacerlo de la forma en que lo hizo el Celta, sin ningún tipo de tensión y perdiendo tiempo en la segunda parte a pesar de ir por debajo en el marcador es impropio de alguien que defiende los colores celestes.

El Celta le empaquetó al Huesca la salvación en un papel de regalo, ya que un empate habría mandado a los oscenses a Segunda B.

Solo hubo que esperar diez minutos, lo que tardó el Huesca en adelantarse en el marcador, para comprobar cuales eran las intenciones en el partido de ayer.

Hasta ese momento el Celta, sin nervios ni necesidades, parecía soltarse y recuperando la apuesta original de Eusebio por el toque de pelota, daba sensación de querer agradar, aunque le faltaba la intensidad que sí tuvo el rival en esos primeros minutos.

De hecho, el primer aviso ante la portería rival fue céltico, con un disparo desde la frontal del área de Papadopoulos. El griego fue el único que puso algo de interés en el encuentro de ayer, ya que buscó constantemente el gol.

La magia se esfumó en el momento en que llegó el gol de Mikel Rico, que se aprovechó de la absoluta pasividad de los centrales celestes para batir a placer a Yoel.

Ahí se acabó un partido del que solo se pueden rescatar pequeñas pinceladas. Como por ejemplo un buen pase de Mateo para Aarón, cuyo disparo se va a saque de esquina. La ilusión de algunos está por encima de la trascendencia de los puntos.

Sin embargo no eran más que fuegos artificiales. En el Celta nadie corría buscando el desmarque, en el Huesca nadie presionaba a pesar de que se jugaba mucho y hasta en sus llegadas al área parecía faltarles sangre. Los síntomas olían a tongo, cosas que nunca se pueden demostrar pero que ocurren. Hasta la afición empezó a darse cuenta y aparecieron los primeros silbidos en Balaídos hacia los celestes.

Lo intenta Papadopoulos

Los balones que llegaban a Papadopoulos eran los únicos que inquietaban mínimamente al rival. La ocasión más clara la tuvo en un remate a la media vuelta tras recibir de Michu que se estrelló contra el cuerpo del portero Toni Doblas.

Ya en la segunda mitad la dejadez viguesa quedó más patente. Del descanso al final, ninguna ocasión para el Celta y apenas dos de casualidad para el Huesca, primero en una jugada en la que Camacho hizo lo que quiso con Ortega y posteriormente en un cabezazo de Corona que atrapó Yoel.

Papadopoulos estuvo totalmente desasistido, quizás por si se le daba por acertar en alguna jugada aislada y se estropeaba la fiesta oscense.

Pocos más detalles que rescatar hasta el final. Joselu tuvo su momento para la despedida. Fue recibido con división de opiniones al entrar al terreno de juego.

Poco después salió Víctor, para quien suponía el debut en Segunda División, igual que Mateo que había salido en el once inicial. Ambos habían debutado ya esta temporada en la Copa del Rey.

La desesperación total de los pocos fieles que ayer se citaron en Balaídos llegó cuando, abochornados por ver el vergonzoso espectáculo de su equipo, que no tenía ninguna intención de ir a buscar el empate, despidieron al equipo con silbidos y algún pañuelo después de una temporada para olvidar.