El club Bilderberg

VIGO

07 jun 2010 . Actualizado a las 11:52 h.

Gran sorpresa causó, el pasado jueves, la ausencia del alcalde en la presentación de un documental, primer acto conjunto de Caixanova y Caixa Galicia. Fue noticia la silla vacía, entre Méndez, Gayoso y Feijoo. Aunque lo raro sería que hubiese ido. La foto, desde luego, no era de su gusto.

Al día siguiente, la Alcaldía envió un misterioso comunicado, justificando la falta en que Abel Caballero había sido sometido a una operación ocular menor. Sin embargo, yo sospecho que hay más razones para la ausencia. Y no me refiero a la tensión de los días previos para que nuestro protagonista, en calidad de anfitrión, pudiese hablar durante el acto, algo que la organización no juzgaba conveniente. Hablo de dónde creo yo que estaba, en realidad, nuestro alcalde.

Elaboré mi teoría, tras ojear la prensa. Aparecía unas páginas más adelante: «Sitges reúne a los más poderosos del mundo en la misteriosa cumbre del Club Bilderberg». Y, en algo así, ¿cómo no va a estar Abel Caballero?

El marco no podría ser más adecuado. Sitges es la sede de un celebrado festival de cine fantástico. Y, en un lugar así, las maquetas del Plan Nouvel o de la Praza do Rei de Moneo, en cuanto fantasías, causarían una sensación enorme.

En la cita de este año, hubo nombres como el financiero George Soros, el halcón republicano Paul Wolfowitz, el ex secretario de Estado Henry Kissinger, el magnate informático Bill Gates o los presidentes de Coca Cola y de Pepsi. En estas reuniones, por lo visto, se decide el futuro del mundo y se aúpa a presidentes como Obama o Clinton, que accedieron a la Casa Blanca tras participar en sendas cumbres del selecto club. Imaginamos a Caballero ante el plenario, presentando su plan de aceras. Interviniendo en la mesa sectorial sobre farolas fernandinas. O exponiendo la Carta de Municipalidad por la que esperamos hace tras años. Con esto y las maquetas no dudamos que el aplauso de los Bilderbergers sería unánime.

Aprovechando el viaje, el Club Bilderberg podría decirle a Caballero cuándo se estrenará el IKEA que lleva todo el mandato anunciando. Y buscarle, de paso, una ubicación para la Biblioteca Estatal cuya financiación se apolilla en Madrid desde 2008. En Sitges, el alcalde habría exhibido, además, su singular forma de hablar de sí mismo. Superado el nos mayestático propio de reyes y príncipes, el alcalde habla con voz de Ecce Homo: «¡He aquí el hombre!». «Este alcalde cree?», dice de sí mismo. «Este alcalde nunca consentirá?», apunta. «Este alcalde considera?», insiste. El resultado de estas expresiones queda entre la magnificencia y la posesión infernal. Si repasamos la película El Exorcista , así es como hablaba el Maligno por boca de la niña Linda Blair.

Es evidente que el alcalde estuvo en la cumbre del Club Bilderberg o al menos se quedó en casa para que pensemos que estaba. Suponemos que Corina Porro estará muerta de envidia. Pero, a poco que trabaje un poco más el tema de la Fuente Cibernética Multimedia, con chafariz de cuarenta metros, el año que viene la invitan. Esas cosas, a un tipo de poderosos como los millonarios rusos y los magnates del petróleo tejanos, les encantan.