Una gran voz, malas versiones

Noa R. Rey

VIGO

Ainhoa Arteta, que sobrecoge en estilo lírico, no llegó a la altura de lo esperado con un repertorio popular en Castrelos

16 ago 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Es curioso, pero a veces una gran voz para la lírica no es garantía de éxito cuando canta otros estilos. La incursión de Ainhoa Arteta en la cultura pop el viernes por la noche en Castrelos no fue ni mágica ni fluida ni del todo satisfactoria.

El público, que esperaba ver un espectáculo de primer nivel, se tuvo que conformar con presenciar cómo una gran voz de la lírica navegaba con fortuna desigual en la música ligera. A pesar de sonar en momentos diferentes y de estar alejados musicalmente, Elvis Presley y su Love me tender y la Michelle de The Beatles sonaron como si fueran la misma canción y tuvieron una fría acogida. Y es que la voz potente de la soprano no gusta tanto para ritmos suaves.

Piezas como La Vida, de Silvio Rodríguez, y Alfonsina y el mar, versión de la composición de Félix Luna, estuvieron desacompasadas, con una música muy ligera que contrastaba con el tono amargo y profundo de la cantante.

Las primeras canciones fueron demasiado melancólicas, y en la voz de la soprano no llegaron al auditorio de la misma forma que lo habían hecho en su día las voces originales.

El público demandaba otro tipo de música y la actuación de la banda en el descanso fue como aire puro. Las piezas acústicas, de los músicos, con claros toques cubanos, se fundieron entre sí de forma natural y provocaron que algunos se movieran en sus sillas, deseando salir a bailar. Con su actuación, la banda se apropió del primer gran aplauso de la noche por parte de un público, que no sabía realmente de qué iba el concierto.

El mayor protagonismo de los músicos en esta segunda mitad se agradeció, y con sus coros en Historia de un amor (Carlos Eleta), llegaron los primeros «olés» del público, que disfrutó mucho más de la segunda mitad del recital que de la primera parte.

La voz de la soprano emocionó en Goizian Argi Hastian, la nana que su madre le cantaba de pequeña. En esta interpretación, se vislumbró parte de la magia que Arteta sabe crear en sus óperas y el público lo agradeció con un gran aplauso.

Pero con su chorro de voz y su técnica vocal, la cantante estaba dejando un regusto amargo, ya que las florituras en los temas de toda la vida quedaban falsas y forzadas.

Ya en el final, después de dos bises distintos en los que el más aplaudido fue La vida es un carnaval -gracias otra vez a los músicos-, Ainhoa Arteta regaló a los asistentes un pedacito de lo que mejor sabe hacer. Con su interpretación lírica de Summertime, de George Gerhswin, la artista demostró que lo suyo es la lírica y no el pop.