Su variedad de recursos le permitió desarbolar al sueco y completar un enorme palmarés con solo 27 años
08 jun 2009 . Actualizado a las 02:00 h.Roland Garros coronó ayer el fabuloso viaje de Roger Federer hacia la eternidad. Con solo 27 años, el suizo completó una de las más grandes travesías en la historia del tenis. Aquella era que abrió con su título en Wimbledon en el 2003 finalizó ayer en París. Bloqueado por la tensión, emocionado al coronar su última gran cumbre, cayó arrodillado sobre la pista al ganar la final frente al sorprendente Robin Soderling. Cierra todo un ciclo al coronarse también como el mejor en el gran templo de la tierra batida. Con su primer éxito en París, iguala la marca de 14 majors de Pete Sampras, completa el Grand Slam y se hace un hueco entre los más grandes. El tiempo dirá el lugar exacto que ocupa.
Menos de dos horas le duró sueco Soderling, al que ganó por 6-1, 7-6 (1) y 6-4. Y el triunfo retrata, en gran medida, todas las virtudes que hicieron de Federer un tenista extraordinario, títulos al margen. Por la facilidad con la que juega, por la variedad de recursos con los que cuenta, por la tenacidad con la que sale de situaciones delicadas. Todo lo encerró una final aparentemente sencilla, pero que solo allanó su extraordinario talento.
Agresivo desde el fondo de la pista, Soderling había ido tumbando a jugadores de mayor jerarquía desde que sorprendió a Nadal. Luego cayeron Davydenko y Fernando González, jugadores de primer orden, incapaces de encontrar la forma de descolocar a un rival que pegaba con un martillo desde la línea de fondo. Federer es otra cosa, y, el día señalado, supo aplicarle su gran variedad de recursos, para deleite de un público totalmente entregado, ansioso de asistir a un momento capital en la historia del tenis.
Dejadas y variedad de golpes
Cierto que a Soderling le abandonó el servicio, y entregó así parte del partido a Federer. Pero el suizo le descolocó con un maravilloso repertorio de dejadas sutiles, alternando su revés cortado con el liftado, subiendo a la red... El sueco nunca supo por donde iba a salir el rival, sobrado de argumentos.
Así que el primer set se resolvió en 24 minutos. El segundo, quizá por la irrupción de un espontáneo que quiso abrazar a Federer, se estiró hasta un tie break demoledor en el que el suizo, bajo presión, estampó cuatro aces y no dio la menor opción. Asombroso. Con el rumor que precede a los grandes momentos de la historia del deporte, Federer concedió un cierto suspense antes de cerrar el partido.
Con 27 años, a punto de ser padre, se abre una nueva etapa para Federer. Quizá sea todavía más temible, sin más retos que estirar su palmarés, aumentar su leyenda y engordar su fabulosa rivalidad con Nadal. El siguiente capítulo, en Wimbledon.