Vuelve el rey efímero del Tour

VIGO

Floyd Landis cumple hoy su sanción de dos años de suspensión por haber dado positivo en un control de la ronda francesa en la que le arrebató la gloria de París a Óscar Pereiro

30 ene 2009 . Actualizado a las 02:49 h.

Volverá a ver la luz del ciclismo profesional bajo el sol de California, el 14 de febrero. Pero Floyd Landis (Farmersville, 1975) podría correr hoy. El estadounidense cumplió su sanción, la suspensión de dos años con la que fue castigado por dar positivo por testosterona sintética en el Tour del 2006. Fue el primer rey de los Campos Elíseos destronado por dopaje. El hombre que causó una profunda herida al ciclismo y que privó a Óscar Pereiro de la gloria parisina. El hijo pródigo que será acogido otra vez por el pelotón.

El 23 de julio del 2006, Landis, en el escalón más alto del podio de París, parecía el perfecto heredero de Lance Armstrong. Un ciclista cargando con otra gran historia a sus espaldas. Un chico humilde que triunfó con el viento en contra. Un corredor que ganaba el Tour con la cadera derecha agonizando por una necrosis. Madera de héroe. Pero todo se derrumbó una semana más tarde, cuando se confirmó su positivo. La testosterona sintética fue hallada en el control de la etapa 17. Desterraba del libro de la épica aquella gesta del americano camino de Morzine cuando atacó en el primer puerto y en 130 kilómetros engulló en solitario la ventaja del líder, su amigo y ex compañero Pereiro. Landis, que en la salida se encontraba a 7 minutos y 46 segundos del gallego, en la meta podía sentir el amarillo. Estaba solo a medio minuto. En la última crono cumplió los pronósticos y relegó a Pereiro al segundo cajón del podio.

«La tentación del dopaje es muy fuerte», se lamentaba Arlene Landis, madre del corredor, después de conocer la noticia. Floyd es uno de los seis hijos de Paul y Arlene, una pareja que crió a sus vástagos entre los menonitas, una comunidad religiosa que se rige por la tradición, por su rechazo a lo moderno. Se crió en una granja bajo estrictas normas. No pudo ver la televisión hasta los 19 años. En ese escenario no encajaba una bicicleta. Cuando Landis se compró una a los 15 años, la adquisición fue interpretada como un síntoma de rebeldía.

Se entrenaba por la noche para no molestar al resto de la comunidad. Competía con pantalón largo porque los menonitas no permiten el uso de una prenda como el culotte . La lógica de su entorno iba perdiendo sentido para Landis: «No sé qué tiene Dios contra los pantalones cortos». Y se rompió por completo al salir de su cascarón de Farmersville, cuando compitió y se impuso en un Nacional juvenil de mountain bike y cuando disputó un Mundial en Francia. No había vuelta atrás. A los 20 años se instaló en San Diego.

Discípulo de Armstrong

Abandonó la categoría de BTT y se pasó a la carretera. Debutó como profesional en 1999 con el Mercury. Brilló en el Tour del Porvenir y cuando su equipo cayó en la bancarrota él fue rescatado por el US Postal de Armstrong. Fue escudero del campeón durante tres rondas francesas. Pero, después del sexto triunfo de su líder, se marchó al Phonak de Tyler Hamilton, otro desertor del equipo de Armstrong. El positivo de Hamilton por transfusión en la Vuelta del 2004 otorgó repentinamente galones a Landis. Su oportunidad llegó en el 2006, en el Tour cercenado por la operación Puerto. Pero surgió un contratiempo: Pereiro. Aquel líder diseñado para liberar de trabajo al Phonak se agarraba tanto al amarillo que Landis necesitaba un milagro. Y llegó en Morzine. El principio del fin. Su positivo fue la palada que enterró a su equipo, el Phonak de Andy Rihs.

Landis comenzó una loca carrera de excusas. Dijo que su cuerpo producía altos niveles de testosterona de forma natural. Más tarde contó que había bebido mucho whisky antes de la etapa. Finalmente habló de una mano negra en los análisis.

Landis sigue defendiendo su inocencia. Él, que le partió el corazón al ciclismo, regresará el día de San Valentín. Con el maillot del humilde OUCH. Con una cadera nueva. Y con la bendición de Armstrong y Pereiro.