«¡Ei, ei, resistirei!»

VIGO

16 ene 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Cantaba el genial Antón Reixa las grandezas de nuestros astilleros: «Mira, nena: Somos do sector naval». Eran los años ochenta, y Vigo vivía en la zozobra de la reconversión industrial, con los obreros y los estudiantes en la calle, y la convicción común de que «desde o balcón non hai solución». Fueron tiempos difíciles, que cantaban Os Resentidos, en sana rivalidad con Siniestro Total, cuyos nombres ya definían una época. Hoy, los grupos se llaman The Blows, Ectoplasma o Casanovas, que nos encantan, pero llevan títulos amables, porque venimos de vivir una reedición de los «felices 20» y nos vamos a dar con el crack en todas las narices.

Esta ciudad es, sin embargo, pintoresca. Porque si fue el naval el que protagonizó lo más crudo de la crisis de los 80, ahora es precisamente este sector el que mejor resiste, por no decir que es una de las industrias que están tirando de todo Vigo.

El miércoles, nos maravillamos con la escala en Vigo del Fedora, que tiene un nombre que en gallego huele mal, pero resulta ser el mayor carguero de automóviles del planeta. El coloso traerá a nuestro puerto, cada mes y medio, cientos de vehículos Toyota, para confirmar que, en materia de coches, somos una potencia mundial.

Sin embargo, muy cerca de donde el Fedora amarraba, Barreras construye también colosos de los que, tras su entrega, presumen en Escandinavia, que es una península del Norte de Europa, y no un remoto PAU situado en Suecia.

El sector naval tira hoy de Vigo, como lo demuestra también Vulcano, en cuyas gradas hay varados dos nuevos buque sísmicos. Acaban de llegar de Gijón, donde sus astilleros eran incapaces de entregarlos en plazo. Han tenido que ser desplazados a nuestra ría, para que los termine una legión de electricistas, caldereros, tuberos y carpinteros. Este hecho ni siquiera ha sido noticia, pero es más que una anécdota. Aquí se trabaja mucho y bien. Y los contratos firmados con la industria petrolera noruega son el mejor diploma para acreditarlo.

Vigo, con su tendencia a la autocrítica implacable, también puede sacar pecho cuando lo merece. Y, retirados Mostovoi, Karpin y Mazinho, tal vez ya no tengamos a los mejores futbolistas de la tierra, pero tenemos a los mejores soldadores del planeta. En esto sí que jugamos en Primera. Y, por lo visto, vamos más líderes que el Barça de Pep Guardiola.

Mientras siga sonando la sirena de Barreras y retumbe el martillo del dios Vulcano, no nos irá mal del todo. Así que escuchemos con nostalgia, y un punto de orgullo ciudadano, el viejo himno de Reixa: «Ei, ei, resistirei!». ¿Quién nos iba a decir, compatriotas, que nos iba a salvar el naval?