¡Este Ayuntamiento es una ruina!

J.F.

VIGO

La casa consistorial viguesa sobrevive a base de constantes parches y arreglos que no consiguen darle operatividad

11 ene 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Las soluciones que los sucesivos alcaldes y gobiernos municipales aplican al edificio del Concello vigués no han logrado mejorar sus prestaciones aunque si evitar su colapso. Desde hace décadas las obras, reformas, modificaciones y retoques se suceden sin obedecer a planificación alguna y sin que esta constante política inversora haya dado los resultados apetecidos. Muy al contrario, según han reconocido distintos gestores municipales los sucesivos lavados de cara sirven únicamente para mejoras puntuales mientras reconocen que lo más conveniente sería su completa sustitución.

La consecuencia de todo ello es que entra dentro de la más estricta normalidad encontrar brigadas de operarios impermeabilizando terrazas con goteras, quitando tabiques de madera y colocándolos en otro punto, revisando la instalación eléctrica o cualquier otro cometido de mantenimiento, las más de las veces urgentes. En algunos casos se adoptaron medidas más drásticas como fue sacar del Concello departamentos enteros a fin de buscar oficinas con mejores prestaciones.

Los problemas con las goteras han sido agobiantes en la cubierta de la lonja del Concello o en la terraza que cubre la planta segunda, aunque también han afectado a otros puntos e incluso a la terraza superior. Las campañas de reparaciones han sido largas y no siempre se han visto coronadas por el éxito. En esta tesitura y ante la penosa imagen de cubos recogiendo el agua de la lluvia en la lonja el actual alcalde ordenó meses atrás su completa sustitución. El proceso culminó hace algunas semanas y en principio parece que el nuevo sistema funciona, con lo que los ciudadanos que realizan gestiones en el principal lugar de atención al público no pierden la fe en los gestores públicos.

Aunque los cambios han afectado a prácticamente todas las plantas algunas han sufrido más intervenciones que otras. En la última, la once, hace pocos años cambió su función de sala de recepciones con magníficas vistas sobre la ría. Desde entonces alberga un aula informática y al gabinete de proyectos.

Dos plantas más abajo, en la novena, el gobierno de Carlos Príncipe instaló una sala de prensa que sigue funcionando aunque parcialmente ya que el actual alcalde se ha diseñado una exclusiva para él en la primera. En la inmediata inferior los cambios de tabiques han sido frecuentes por un motivo bien concreto: alberga las oficinas de los grupos políticos y cada corporación es diferente. De hecho, en el mandato anterior el partido de Manuel Soto no encontró acomodo y tuvo que utilizar una oficina en la segunda.

La instalación de una escalera de incendios en la torre con Corina Porro afectó a todos los pisos. Fue preciso crear un pasillo perimetral de acceso, reduciendo aún más el escaso espacio de estas plantas, unas obras que se alargaron meses y que en algún caso no concluyeron.