Papayas, mangos y limones

VIGO

Lenny Kravitz llegó el martes a Vigo en bus porque tiene miedo a volar, se hospeda en Alcabre, donde planteó unas condiciones poco habituales en las estrellas de rock

29 may 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Lenny Kravitz no debe de ser una persona extravagante. Las condiciones que planteó en el Hotel Los Escudos, de Alcabre, no recuerdan a las excentricidades a las que nos tienen acostumbrados las estrellas del rock. Antes de llegar a la ciudad, el pasado martes, la productora del concierto envió una larga lista de peticiones al hotel, pero ninguna sorprendente. Quizá, la más llamativa ha sido la exigencia de que sus habitaciones tengan papayas, mangos y limones, junto a una tabla para cortar estas frutas con las que se puede hacer un buen cóctel que una ensalada.

La comitiva de músicos reservó las suites del hotel de cinco estrellas, dejando constancia de que no querían ser molestados. Es decir, deberían de ser habitaciones apartadas, sin ascensores, sin tránsito de gente y para no fumadores. La productora del músico quiso asegurarse la posibilidad de cenar a cualquier hora del día, y solicitó una relación de restaurantes que abran las veinticuatro horas del día en Vigo. Suponemos que quedó decepcionado en este sentido. Más fácil le supondrá al hotel cumplir la petición de ofrecer un servicio personalizado, es decir, que pueda pedir cualquier cosa en cualquier momento del día.

Otra cualidad de Kravitz puede ser la discreción, ya que fue capaz de pasar desapercibido durante un día en Vigo. Incluso hay quien dice que lo vio la semana pasada por el centro de la ciudad paseando tan tranquilo. Ayer se le pudo ver en el Ifevi por la tarde. Llegó en bus, no en avión privado, ni público, porque le aterra volar y si puede evitarlo, no se sube a ningún cacharro con alas. Lenny subió ayer al recinto ferial para comprobar el montaje de todo el equipo de sonido, aunque no pudo realizar pruebas de sonido.

Lenny tiene fama de ser un tipo muy perfeccionista y concienzudo con su trabajo. Canta y sabe tocar la guitarra, el bajo, la batería, teclados y los instrumentos de percusión. Por eso, cuando graba, a veces es él mismo el que toca todos los instrumentos. El músico multimillonario es un apasionado de la arquitectura y el diseño de interiores. Tanto es así que hace tres años creó una empresa de diseño, Kravitz Design, con base en Miami. Al artista le encantan las cosas que se basan en estilos clásicos, juntar una silla art nouveau con otra de los años 60, pero considera que como prioridad que los diseños deben ser cómodos y sensuales. A la estrella le encantan «las grandes declaraciones monocromáticas, en especial blanco y negro».

En su primera casa en Miami Beach, Kravitz trabajó con un amigo arquitecto, Michael Czysz. Para el interior llamó al danés Verner Panton. Pero el principal colaborador de Kravitz ha sido Benjamín Noriega-Ortiz, que diseñó el ático de lujo con un gran piano Lucite y una mesa de billar Donald Deskey en Nueva York, y también trabajó en su mansión en Nueva Orleans y en la casa en la playa en Bahamas.

Tres años sin sexo

El rockero declaró hace unos meses en una revista americana que había dejado de practicar sexo hacía tres años y que continuaría de esa manera hasta que consiguiera una esposa. Kravitz, que ha mantenido sonadas relaciones sentimentales con famosas como Nicole Kidman, Vanessa Paradis, Kylie Minogue, Natalie Imbruglia o la top model brasileña Adriana Lima, aseguraba: «Ha sido una promesa hasta que me case», y añadía que «en este momento de mi vida, las mujeres tienen que tener para mí algo más que un cuerpo bonito, tienen que tener cabeza y espíritu. Generalmente esto las desconcierta, pero así es como está el tema». Kravitz, que cumplió 44 años este lunes, se separó en 1991 de su primera mujer, la actriz Lisa Bonet (la hija mayor de Bill Cosby en la serie de televisión), tras cuatro años de matrimonio. De esa relación nació Zoe, su única hija (él es también hijo único), que ha hecho sus pinitos en el mundo de la moda y en el cine (tiene un papel, por ejemplo, en La extraña que hay en ti , de Jodie Foster).