Y el día, al fin, llegó. Como todos los años, y tras esperar 365 días, la procesión más famosa de la ciudad y alrededores se celebra hoy. Son muchos los actos que se han oficiado estos días en torno a la imagen del Cristo de la Victoria: misas, comidas de confraternización, pregón, conciertos... Pero el momento más esperado es hoy. La procesión del Cristo de la sal, que seguirá el mismo recorrido que años anteriores, parte a las siete y media de la tarde de la concatedral. Esperemos que el tiempo acompañe, ni calor asfixiante para los que portan la imagen, ni lluvia que afee y desluzca tan cuidada tradición.
Dicen los meteorólogos que las temperaturas bajarán por la tarde y nos situaremos entre los 18 y 24 grados. Para Ramón Díaz del Río, portador del estandarte en la procesión de este año, y José Troncoso, que llevará el pendón por los empedrados adelante, el anuncio de los meteorólogos es un alivio. Este año, José Acosta Fernández, cofrade del Cristo, tiene una pena: tras más de cuatro décadas como portador del pendón, se retira del puesto por motivos de salud. El testigo lo ha cogido el vicepresidente de la cofradía, y José Acosta se encargará de llevar un cordón, que es más ligero, junto con Eugenio González de Haz.
Autoridades y devotos, todos juntos en el pregón. La lectura del pregón centró ayer los actos sociales en torno a las fiestas del Cristo. Eso en cuanto a lo social, porque en el ámbito religioso, el momento de mayor emoción llegó a las ocho y media de la tarde con el descendimiento del Cristo para colocarlo en el carro que mañana lo llevará por las calles de la ciudad.
A la una de la tarde y en el interior del Pazo de Quiñones de León, resguardados del sol de justicia que subía los termómetros a más de treinta grados, se congregaban autoridades políticas, religiosas y sociales junto con los miembros y amigos de la cofradía. Todos juntos para dar lectura al tradicional discurso. El pregonero, José Luis Pego Alonso, director general de Caixanova, exaltó un año más los valores que configuran la personalidad de vigueses y viguesas; a saber, la tolerancia, la generosidad, el respeto, la humildad y el tesón, a la vez que agradecía al Cristo su protección.
En el pazo se dieron cita personalidades de todos los ámbitos, tintes e ideologías bajo un mismo techo. Allí estaban la presidenta de la Cofradía del Cristo de la Victoria, Marora Martín-Caloto, que recordó a los asistentes la relación del Cristo que vino del mar, con la ciudad más marinera; el alcalde de Vigo, Abel Caballero, el obispo de la diócesis Tui-Vigo, Monseñor José Diéguez Reboredo, acompañados por numerosos miembros de la cofradía. Tampoco quisieron perderse el evento el teniente de alcalde y concejal de Turismo, Santiago Domínguez, y la jefa de la oposición, Corina Porro, acompañada por la plana mayor del PP de Vigo.
Por la tarde, el protagonismo fue de los cientos de fieles que pudieron presenciar la bajada del Cristo en el interior de la concatedral de Santa María. Mucha emoción para los más devotos que se palpó en el momento en que los más cercanos, se acercaron a besar la imagen, antes de situarla en el soporte que mañana recorrera la ciudad.