FCC, la empresa germen del imperio de las hermanas Koplowitz, es un ayuntamiento en la sombra. Tiene en sus manos los servicios más importantes, como la limpieza de vías (que da trabajo a 400 personas), la recogida selectiva, la gestión de la zona ORA y la grúa municipal. Pero FCC no es la única firma que se beneficia de la política privatizadora del Concello, alimentada por gobiernos de todos los colores. En el afán de externalizar, está adjudicada desde la gestión de las piscinas, hasta pequeños trabajos que requieren pocos empleados. En este contexto se dan situaciones ridículas. Una de ellas afecta a la policía local (que acapara el 40% de los funcionarios): disponían de un ordenador conectado a la Guardia Civil, que les servía para sus investigaciones, pero la privatización de los servicios de recaudación hace que sólo puedan entrar en el despacho en el que está el ordenador por las mañanas, cuando además es utilizado por esta empresa subcontratada.