Resurgir en el día de Son Moix

TORRE DE MARATHÓN

jOAQUIN DE HARO RODRIGUEZ

El Dépor encuentra aire en el momento más inesperado, con cada detalle en su contra

23 jun 2020 . Actualizado a las 23:38 h.

El plan se ejecutó con tal exactitud que acabó dando la impresión de estar sostenido por una inagotable serie de casualidades. Sin embargo, una revisión profunda permite apreciar cómo cada movimiento se ajustó al guion. La pista clave está en la acción de Gaku. ¿Qué probabilidades hay de que un futbolista manso y con experiencia, que no había sido expulsado en sus nueve años de carrera profesional, deje al Dépor en inferioridad por segunda vez en veinte encuentros? Aproximadamente tantas como de cortar en el Martínez Valero una racha de siete citas sin victoria, enfrentando a un Elche que busca el ascenso y empleando durante casi una hora un futbolista menos que el rival.

Pero acostumbrado a la fatalidad, el conjunto coruñés decidió empezar a levantarse de la lona antes de que le obligaran a besarla. Se abrió en canal casi de inmediato y después dirigió sus esfuerzos a contener la hemorragia. Lleva varias temporadas dando lecciones de supervivencia extrema y se ha doctorado en el transcurso de la actual. Cómo no ponerlo todo en práctica cuando vuelve a ahogarte la clasificación.

Sin Gaku desapareció cualquier pretensión de llevar el peso de la cita, algo que desde que concluyó el parón solo era posible yendo por detrás. Aliviados de semejante carga, los futbolistas visitantes se centraron en sufrir. Especialidad blanquiazul. Hay tres jugadores que encarnan perfectamente el cúmulo de virtudes que requiere esta suerte. El recorrido arranca, claro, en el capitán.

Bergantiños, ejemplo extremo de polivalencia a falta de emplearse como ariete, se hizo hombre libre y se midió a Jonathas, introductor hace cinco años de aquella durísima goleada con la que los de la franja se despidieron de Primera. El reencuentro se prometía desigual, pero la talla del brasileño mermó frente al coraje y la inteligencia del de La Sagrada, que unas veces interpuso su cuerpo y en otras lo apartó a tiempo para dejar fuera de juego al punta. Le sobraron bríos para corregir a sus inexpertos acompañantes cuando el uno flojeó por alto o el otro midió mal.

Ayudó seguro levantar la cabeza entre el bombardeo de centros al boya y encontrar a unos metros un segundo puntal. Uche Agbo es aquel que se estrenó en Albacete y no volvió a ser titular hasta el revolcón de Almería. Pero no es igual. Tres días después de contener al Rayo, conquistó otra medular. Le sentó bien quedarse solo, se le vio más. Eliminados Gaku y Vicente (este, sin necesidad de tarjetas) abarcó campo por tres. Y hasta por once, barriendo su área y asolando la ajena. Se metió en 19 duelos, venció en más de la mitad. Fue el deportivista que más cuero tocó.

El que menos, de entre los titulares que no se expulsaron, fue Sabin Merino. Mejoró cada balón que eligió alcanzar. Dueño de una isla propia en la que disfruta leyendo el juego, hizo su sexto gol de la temporada sin necesidad de marcar ni asistir.

Hombres, no nombres. Hace un año, el Dépor viajó a Mallorca a subirse a Primera en Son Moix. Ardió con todo a favor. Un San Juan más tarde, con cada astro en contra, una cabeza blanquiazul asoma de entre las cenizas de Segunda B. Por fin sale un plan.