Otra faena redonda del capitán

TORRE DE MARATHÓN

César Quian

Bergantiños encabezó la reacción del Dépor y volvió a pedir paciencia con un grupo «joven e impulsivo»

07 oct 2019 . Actualizado a las 00:21 h.

El día en que se perdió por poco un ascenso, envuelto en un cabezazo de Marí, Bergantiños sufría a distancia, con la cara todavía cosida a puntos. Desde Mallorca, el central voló a Brasil, a buscar plaza en la final de la Libertadores. Su compañero en el eje de la zaga y el titular en el carril izquierdo sí subieron a Primera, a vestir las camisetas del Granada y el Alavés. También la pareja de Álex en la medular, que buscó acomodo en el Eibar junto a Quique González, mientras Carlos Fernández se unía a Duarte en Los Cármenes y Fede Cartabia era seducido por el sueldo del Al-Ahli. Pocos quedaron atrás en la desbandada. Entre ellos, el menos culpable de que el retorno tuviera que hacerse esperar. El ausente obligado del naufragio en Son Moix.

Se quedó el capitán, que en la bifurcación entre la plaza en el césped o la que le espera en cualquier despacho del club se puso de nuevo el pantalón corto y decidió jugar. Representar el pasado, uno sufrido, en un plantel que rejuvenece año tras año sin que acabe de favorecerle el tratamiento antiedad. No hay ocasión en la que Bergantiños, que ha mamado el Dépor, la ciudad y la categoría, no pida margen y paciencia para la última reconstrucción. «Somos un equipo con gente muy joven y muy impulsiva en algunos aspectos», volvió a recordar ayer. Una bisoñez peligrosa que exigió un toque de atención. «Salimos muy centrados, como pedimos los capitanes. Hablamos entre todos de que fuera un ejercicio de personalidad, de estar plenamente concentrados en cada acción», desveló, «orgulloso del trabajo de los compañeros», nada más concluir un encuentro escaso en puntos pero rentable en identidad.

«Era un partido para tener personalidad, atrevernos más. Hicimos lo que teníamos planteado, fuimos valientes para presionar más arriba y asumir riesgos con balón», resumió el de La Sagrada, reiterando la importancia de lavar la imagen «en un ambiente complicado porque todo el mundo desconfía de nosotros al estar ahí abajo y porque las cosas no acaban de salir».

En ese contexto delicado, frente a un rival empeñado en amarrar el punto por lo criminal, Bergantiños se propagó. Extendió por cada rincón del campo su mapa de calor y participó en todas las suertes del juego. Nadie en el Dépor venció en más duelos (siete de los once disputados) y solo Aketxe asumió mayores responsabilidades en el manejo del balón. El vasco bajó varias veces a la cueva a desatascar la circulación, como reconoció su entrenador concluido el duelo, pero antes y después del paso atrás del 10, estuvo el 4 para arrancar.

Volvió el capitán al pluriempleo cuando Montero pagó la novatada y dejó al equipo en inferioridad. Álex se empeñó durante unos minutos de central y en cuanto cedió el testigo a Bóveda reapareció a la carrera, en pleno descuento, en zona de gol. «Estuvimos empujando, lo intentamos hasta el final -se felicitó en zona mixta-. Ojalá este sea un punto de partida». Volver a empezar, en la jornada diez.