Lo que sé de Seedorf

Xurxo Fernández Fernández
xurxo fernández A CORUÑA / LA VOZ

TORRE DE MARATHÓN

Ed Carosía

El brasileño Paulinho habla de su experiencia en China con el holandés y lo describe respetuoso, pasional y perfeccionista

06 feb 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

A Paulo Robspierry le dicen Paulinho Piracicaba. Lleva el nombre de la ciudad industrial del estado de Sao Paulo en la que nació hace 35 años. Al fútbol empezó a jugar en la vecina Río Claro, enrolado en el Velo Clube. De allí, al Francana y al Olimpia, el club desde el que emigró. Durante los diez últimos ha vivido y trabajado en Hong Kong. Allí ejerce de extremo, repartiendo ahora su tiempo sobre el césped entre el Kitchee y la selección del país asiático, al que representa como portador de doble nacionalidad. Desde que llegó, en el 2007, solo ha estado diez meses fuera de su país de adopción. Algo más de medio curso que pasó enrolado en el Shenzhen, conjunto de la segunda división china en el que tuvo a Seedorf de entrenador.

«Espero que le vaya muy bien. Por él y por el Deportivo, un equipo que siempre ha tenido jugadores brasileños, que me cae muy bien». Hincha blanquiazul por saudade, Paulinho desgrana las formas y el fondo del técnico recién llegado al equipo coruñés. «Seguro que muy pocos lo han visto trabajar y se van a llevar una sorpresa», vaticina el atacante por teléfono, animado a contar todo lo que sabe del adiestrador holandés. Una disertación repleta de elogios que arranca por el aspecto motivador.

«Desde el primer momento se preocupó de generar buen ambiente en el plantel. Nos llevaba a comer juntos, quería un grupo unido y nos daba ejemplo, también ahí. Era muy respetuoso con el jugador; pero respetuoso hasta el extremo, dentro y fuera del campo», recalca, deslizando en el tono su confesada admiración.

Un trato al futbolista que no estaba reñido con la exigencia, porque si algo destaca el jugador brasileño sobre su antiguo míster es que «odia perder». «Se ponía furioso cuando el equipo perdía, especialmente si era por culpa de algún error grave. Evitaba señalar a nadie por ese motivo, pero se notaba su enfado si se cometía alguna estupidez en el campo, es extremadamente pasional», sostiene Paulinho. Un fervor en consonancia con el perfeccionismo mostrado en las sesiones preparatorias, en las que, según detalla el extremo de Piracicaba, Seedorf «cuidaba cada detalle. Para los entrenamientos para explicar las más mínimas cuestiones técnicas, desde la distancia que había que darle en la marca al hombre que llevaba el balón a la forma de golpear para meter un pase en ventaja al compañero. Él servía de ejemplo, y así aprendimos, mejoró el nivel del plantel».

Sesiones breves e intensas

Durante aquella etapa en el Shenzhen se primó la calidad sobre la cantidad en el campo de entrenamiento. «No le gustaban las sesiones largas -comenta el internacional por Hong Kong-, pero exigía máxima intensidad. Empezábamos con un breve espacio de trabajo eminentemente físico, casi siempre a través de actividades con balón, y enseguida saltábamos a la parte técnico-táctica. En muchas ocasiones había una sesión de vídeo previa, en ella nos explicaba qué quería conseguir de nosotros con los ejercicios para que supiésemos qué hacer».

La tecnología fue también recurso constante en el análisis de errores propios y del juego del próximo rival. Interiorizados estos aspectos, no era extraño que el grupo se dividiera al salir del vestuario. «Eran habituales las prácticas específicas según posición. Trabajaba ciertos aspectos con los defensas en una parte del campo y en otra estaban los delanteros puliendo el disparo o la búsqueda de espacios. Todo en constante movimiento, a alta velocidad, no le gustaban nada las interrupciones», desvela su antiguo pupilo.

«¿Si fue el mejor entrenador que tuve? No sabría decirlo. Sé que me pareció un muy buen entrenador. La gente podrá argumentar que no consiguió el objetivo del ascenso, pero llegó a mitad de temporada y no le dio apenas tiempo a implantar su método, tuvo que intervenir de inmediato, y hacerlo además en un fútbol completamente distinto como el chino. Aprendí mucho con él. Luego lo sustituyó Eriksson, que tampoco cumplió el encargo y eso que contaba a su favor con la experiencia en la competición», razona el atacante brasileño.

Siempre fuera del banquillo

«De Seedorf puedo asegurar que es un entrenador bien preparado, muy profesional, fiel a la imagen que ya daba en sus tiempos como centrocampista. Y, de nuevo, extremadamente perfeccionista, alguien que vive su trabajo con la máxima pasión -prosigue Paulinho-. Esto último la gente lo notará especialmente durante los partidos. Era extraño ver al míster sentado, siempre estaba fuera del banquillo, dando instrucciones, corrigiendo detalles, animando al equipo...».

En el Shenzhen ya contaba con Valerio Fiori como ayudante. «Llegó allí para ejercer de preparador de porteros, pero enseguida se vio que su papel era más de segundo entrenador, y lo confirmamos cuando el club fichó a Dida para trabajar con los metas. Valerio me pareció también un técnico preparado, que conectaba con el jugador», apunta el actual atacante del Kitchee. «Formaban un buen equipo -resume-, seguro que en el Deportivo consiguen agradar a los aficionados y sorprender a quienes no los conocen. Ojalá les vaya bien».