El Deportivo exhibe su mejor fútbol pero vuelve a sufrir a balón parado
22 dic 2013 . Actualizado a las 07:00 h.Durante la larga sequía del Niño en el Chelsea, la grada de Stanford Bridge respondía a las mofas sobre su ariete cantando «Fernando Torres, he scores when he wants» («anota cuando quiere», en versión española). Después, la afición blue se hartó un poco de la falta de puntería del de Fuenlabrada (24 partidos sin ver puerta) y algunas veces le cantó otras cosas, pero eso es lo de menos. El caso es que ayer el Dépor se marcó un Torres. En cuanto a gol y también en cuanto a juego. Despertó cada vez que el rival se lo exigió y demostró que más allá de la tradicional solidez, Fernando Vázquez cuenta con un once capacitado para mover la bola y encerrar al oponente en su esquina. Y menos mal, porque en las fases de hibernación, el conjunto blanquiazul volvió a ser un desastre a balón parado. Errores en las marcas y falta de decisión que el Numancia castigó a través de la bota de Julio Álvarez. El coruñés también dejó su huella en el mejor partido de la temporada en Riazor.
Estrategia
Tres despistes de Bergantiños
El Numancia retrató al Dépor a balón parado. Los tres goles de los sorianos tuvieron esta vez un denominador común: Alex Bergantiños. El centrocampista, brillante con el cuero en movimiento, tuvo su gran debe en la estrategia. En el 0-1, Regalón le ganó la espalda para asistir a Juanma de cabeza. En el 2-2, fue Enrich el que estuvo más veloz que el coruñés para después superar a Luis en el salto y rematar con la espalda. Y los mismos protagonistas repitieron papel en el 2-3. El jugador de los sorianos estuvo más listo que el del Dépor para cazar la pelota suelta frente al área pequeña.
Núñez marca diferencias
El fuelle del madrileño condicionó el partido
Antonio Núñez figuró por primera vez en el once titular blanquiazul y su presencia fue determinante en todos los aspectos. No solo brindó el 2-1 a Borja con su impecable acción junto a la línea de fondo -desborde y centro con la cabeza arriba para percibir la finta hacia el primer palo del delantero- también inclinó hacia su costado el despliegue local. Mientras le duró el fuelle, el Dépor percutió sin descanso por la derecha.
El madrileño quiso avalar su presumible renovación con una muestrario de virtudes. Pese a que su estado físico aún dista de ser óptimo y que las piernas acusan los años, encaró sin descanso y alternó regates y autopases para el esprint. La hiperactividad del 7 atrajo además a varios marcadores, abriendo hueco a las incorporaciones de Laure y a la movilidad de Borja.
El paso de los minutos acrecentó la fatiga de Núñez, que retornó apocado del vestuario. A partir de entonces, el Dépor cruzó de orilla y el juego se movió por la izquierda, donde Culio y Luisinho volvieron a montar la sociedad habitual, esta vez con menos réditos de los acostumbrados.
Alternativas para la salida del balón
Centrales con criterio ofensivo
En los minutos en los que el Numancia tuvo mayor protagonismo en el juego (el arranque de ambas partes), el Deportivo volvió a confiar en el criterio de su pareja de centrales para iniciar el juego. Neutralizados Bergantiños, Culio y Juan Domínguez, fueron Insua y sobre todo Marchena los que se animaron a pisar el campo rival.
Disponer de un dúo así en la retaguardia es un lujo al alcance de muy pocos equipos (y menos, en Segunda). Perfecto entendimiento, contundencia e inteligencia con la pelota en los pies.
Repliegue y coberturas
El Numancia apenas dispuso de opciones a la contra
Una de las claves del trabajo defensivo está en la velocidad en el repliegue. El Deportivo la demostró, armando la defensa de inmediato tras cada pérdida de balón. A ello ayudaron las coberturas, perfectamente organizadas. Núñez (y después Juan Carlos), Luisinho, Culio, Juando y Bergantiños se sacrificaron para dar relevos, facilitando las incorporaciones al ataque de laterales y centrales. Uno de los principales éxitos de Fernando Vázquez ha sido conseguir que nadie escatime esfuerzos en el trabajo defensivo. Otra cosa es el calvario a balón parado. Ahí no basta con querer.