Ellos deciden qué vestimos

Fernanda Tabarés
Fernanda Tabarés REDACCIÓN

TENDENCIAS

Un selecto grupo de editores y estilistas marcan la moda en el mundo Meryl Streep estrena «El diablo se viste de Prada», inspirada en la directora de «Vogue»

18 abr 2006 . Actualizado a las 07:00 h.

Son los auténticos responsables de que esta primavera haya vuelto el pitillo -el pantalón-, los que divulgan las tendencias que proponen los diseñadores, los verdaderos gurús del estilo mundial. Creadores como Karl Lagerfeld o Armani se convierten en criaturas inseguras cuando se enfrentan a sus veredictos; una propuesta puede fracasar o acabar en el ropero de medio mundo en función de lo que decida un selecto club de periodistas, estilistas y editores de moda que son los que tienen el poder de divulgar qué se lleva y qué no. Nombres como el de Anna Wintour, Suzy Menkes, Isabella Blow o Carine Roitfeld son apenas conocidos por el gran público, a pesar de que probablemente ellas sean las auténticas responsables de la ropa que lleva encima media humanidad. La Reina de hielo En esa reducida lista, un nombre sobresale por méritos propios: Anna Wintour, directora de la edición americana de la revista Vogue . Conocida en el mundillo como la Reina de hielo por su proverbial frialdad y sus modos distantes y, según muchos, implacables, la sucesora de la mítica Diana Vreeland está a punto de convertirse en un personaje muy popular gracias a la película El diablo se viste de Prada que se estrenará en el mes de junio y en el que la actriz Meryl Streep interpretará a una odiosa directora de una revista de moda que se parece sospechosamente a la Wintour. ¿Ajuste de cuentas? El filme prorroga el ajuste de cuentas que en el año 2003 firmó Lauren Weisberger, antigua asistente personal de Anna Wintour en Vogue y autora del best seller en el que se basa la película. En el libro, Weisberger retrata a una tal Miranda Priestly, una especie de Cruella de Ville de las revistas de moda, obsesionada por su imagen, aprovechada, ególatra y caprichosa. La lista de excentricidades -algunos aseguran que inspiradas directamente de la realidad- es muy jugosa. En una ocasión, Miranda-Ana envía dos ejemplares de Harry Potter en un jet privado a París para que sus hijas tengan el libro antes que sus amigos; y a diario, Miranda-Ana obliga a su ayudante a calentarle hasta cinco desayunos completos para que el último esté caliente cuando llega a la oficina. Aunque para los conocedores del sector las similitudes con Anna Wintour son más que evidentes, la actriz Meryl Streep ya ha advertido que no se ha inspirado en esta londinense del 47 para construir el papel de Miranda Priestly. En Internet se asegura que la propia Wintour habría obligado a la productora de la película a dotar a la Streep de una imagen física opuesta a la suya, caracterizada por la sobriedad absoluta. Oprah, a dieta La descarnada imagen que ha proyectado Lauren Weisberger no ha hecho más que reforzar el aura maléfica que ha acompañado a Anna Wintour desde que se hizo un hueco en el competitivo mundo de la moda, un sector que, por otra parte, no sale precisamente bien parado del experimento. Cierta o no, la fama de sargento de hierro que arrastra la directora de Vogue desde hace 15 años es mítica, y su capacidad para conseguir que los famosos se plieguen a sus imposiciones, proverbial. Cuenta la leyenda que la influyente Oprah Winfrey se avino a adelgazar diez kilos para poder aparecer en la portada de Vogue -fue el peaje que impuso la directora- y que Hillary Clinton eliminó de su ropero el traje de chaqueta azul marino que había convertido en su uniforme. Por no hablar de su capacidad para que los diseñadores le bailen el agua: hace unos años los desfiles de Milán se cambiaron de fecha porque la Wintour había decidido acudir a la gala de los Oscar, que coincidía con la semana italiana de la moda.