En este momento de discordia va y le toca renovar a Bertín en TVE y cualquiera se atreve, tal y como están las cosas, a sacar la cartera y apostar fuerte. Con este panorama de indecisión en el Gobierno, Bertín Osborne ha sido el primero en sacar provecho. En la tuya o en la mía, pero a poder ser con más pasta en el bolsillo. Es la primera consecuencia de no poder negociar con fortaleza (aunque difícilmente se puede superar a las cadenas privadas) cuando no hay una referencia que pueda sostener el poder. Así que Bertín se irá de la pública y con él los espectadores que le son afines, que por el momento son un buen número. Con esa intensidad que da el apoyo de la audiencia es desde luego difícil decir que no a un cheque en blanco, porque no hay Gobierno que pueda con eso ni mucho menos quien consiga no sucumbir a las mieles del dinero contante y sonante. Pero si Bertín tenía dudas, no ha habido siquiera quien lo haya podido retener en la pública, visto lo visto. Y lo que veremos es un formato que por muy vivo que esté, solo Bertín podrá sostener, aunque no por mucho tiempo; porque si bien es cierto que con un buen cheque la audiencia te la sopla, lo que resulta imposible es que alguien en la cima ponga fin a un programa para su bien. Así que veremos a Bertín, como vimos a Risto antes, perderse en el soplo del cambio.