No lo tenía fácil para resistir este año en audiencia. Cuéntame, tras unas irreconocibles temporadas anteriores, que ayudaron a situarla en mínimos históricos, iniciaba curso con una precaria promoción por parte de TVE y con sonadas salidas de protagonistas, que solo sembraron más incertidumbre sobre su futuro. Su renovada lucha de los jueves con el tsunami Gran Hermano VIP tampoco auguraba una gran remontada que le permitiese acallar las constantes voces que pedían un final digno para la longeva serie.
Aún así, y con todo en contra, la familia Alcántara ha logrado seducir y redimirse en este arranque con tramas que, aunque faltas de giros impactantes, sí resultan sólidas y, sobre todo, le permiten recuperar su esencia, la de narrar una época a través de una familia. Un ejercicio de nostalgia (que prueba la veteranía de parte de sus seguidores) bien conquistado en su último episodio, un sentido homenaje al icónico Un, dos, tres. La ficción logra renovar el interés por hechos históricos sin forzar (demasiado) el guion ni abusar (por ahora) del drama.
Es pronto para saber si Cuéntame que, por temática y por lógica erosión, debería haber terminado hace tiempo, mantendrá el tirón, pero, al menos, esta vez sí, la serie ha logrado cumplir con su indiscutible legado.