Que los echen a los leones

Sandra Faginas Souto
Sandra Faginas MIRA Y VERÁS

TELEVISIÓN

17 feb 2015 . Actualizado a las 08:40 h.

Es lo más alejado del carnaval, porque no hay lugar para la alegría, pero la farsa es mayúscula. El dato es significativo. Hay cuatro millones de personas enganchadas a Gran Hermano Vip. El último programa tuvo casi un 30% de audiencia porque expulsaban a Víctor Sandoval y desde entonces la cifra se me ha clavado. Un espacio en el que se ha denigrado a los homosexuales, se ha alentado el machismo y se ha herido de muerte a los gitanos. Pero que ven cuatro millones de personas normales. Cuatro millones que se han movilizado para agotar también el pijama de Belén Esteban. Que en esta edición se ha convertido en una Margarita Gautier mediática, de mísero pasado y llanto fecundo, tumbada diariamente en la cama, destrozada por la lejanía de un amor y la ferocidad de un entorno que la enclaustra. Sin esa parte de imaginación es insoportable llevar la veracidad del reality estrella de la temporada. En el que por pasar no pasa nada más allá de la violencia visual que provocan los concursantes. Por eso la única conclusión si la hay, después de ver lo que se ve tanto, es que nos mueva ese instinto, ese poder circense de mover las piezas a nuestro antojo. La atracción de la repulsa. Y la fuerza del dedo hacia abajo: sí que los expulsen, que los echen a los leones.