¡Qué marcha tiene El Cigala!

TELEVISIÓN

30 jun 2014 . Actualizado a las 06:00 h.

Cuando se producen esos momentos tensos en televisión en que no sabes muy bien si darle al botón de apagar ya directamente, ponerte el cojín sobre los ojos (pero seguir mirando por el rabillo del ojo) o aguantar la respiración y abanicarte por si te va dar un p?allá. Definitivamente hay que intentar hacer lo último. Y abrir todo lo que se pueda el foco. Porque son esos grandes minutos que recordamos después como auténticos hitos mediáticos. Somos nosotros, esos frikis que aguantamos lo que la televisión nos da, los que después podemos apoyar el codo en la barra y soltar a lo grande el sabor de la primicia: ¿Viste ayer a El Cigala en El hormiguero? ¡No fastidies que te lo perdiste! (Sí, a lo gallego, sin tiempos compuestos, que la cosa es bien simple). Y es que El Cigala se ha convertido en ese invitado temido, como antes lo fue Francisco Umbral, Camilo José Cela, Fernando Fernán Gómez (¡a la mierda!) o el mítico Fernando Arrabal, que subido a aquella mesa de metacrilato fue capaz de llamar al marianismo más ciego que la madre de Phineas y Ferb. O sea, tajado. Eran otros tiempos, y se servía whisky en televisión y ya se sabe que el alcohol hace milagros. Es verdad que en El hormiguero juegan mucho a experimentar en el laboratorio y de ahí a montártelo como el prota de Breaking Bad hay solo una delgada línea, pero sea lo que sea lo que el Caribe le ha aportado a Diego, El Cigala no es para echar ya más lágrimas negras. Que la alegría la trae de serie. Con un acelerón de caballo que ni el archidinámico Pablo Motos fue quien de seguirle ese ritmo a trompicones, ahora para adelante ahora para atrás, ahora me río, ahora me reviento de la risa. ¡Todo un portento del sarao! Pero si todo este show tiene guasa es por analizar cómo reacciona el anfitrión. Para ver cómo se le desorbitan las córneas. Motos lo sobrellevó, no como el Wyoming que hasta le hizo palmas. Yo estoy deseando que lo invite Mariló.