Recuerdo mi paso por Canal 9 como una de las etapas profesionales más felices de mi vida. Presentaba un talk show con gran éxito en un momento en el que tener audiencia en el canal era lo normal. Al abrigo del emblemático Tómbola, la empresa era un no parar de colaboradores e invitados, de taxis que iban y venían, y en los departamentos de maquillaje y peluquería casi había que pedir vez. Entonces, la parrilla se nutría, esencialmente, de programas del corazón. La llegada de Camps cambió las cosas. Se suprimió Tómbola y prácticamente todos los espacios rosas. Casualidad o no, a partir de entonces, el canal valenciano empezó a ser una sombra de lo que fue hasta el punto de estar, actualmente, por debajo del 6 % de share y enfrentarse a un ERE que puede acabar con dos tercios de su plantilla. Por eso, me parece particularmente cruel que un político como Toni Cantó, que, en alguna de sus siete vidas, se benefició de la existencia de ese canal -hace una década presentó 19 programas por los que recibió 34.554,59 euros- se permita elogiar y retwittear un vídeo-montaje en el que se ve cómo un misil hace estallar las instalaciones de RTVV. Estar en la Cámara no puede ser lo mismo que trabajar con Javier Cámara, vamos, que la sensibilidad y la coherencia han de imponerse a cualquier ocurrencia de su vida loca.