El cartero de muñecas

La Voz

TELEVISIÓN

04 abr 2006 . Actualizado a las 07:00 h.

CUENTAN que Franz Kafka se encontró en el parque Stegliz de Berlín con una niña que sollozaba desconsolada porque acababa de perder a su muñeca de trapo. Ya se sabe que los buenos escritores no soportan las lágrimas de los niños, por lo que Kafka improvisó ante la pequeña una historia: su juguete no se había perdido, sino que había emprendido un largo viaje y daba la casualidad de que él era un cartero de muñecas y tenía una carta en casa que le llevaría al día siguiente al parque. Comenzó así una correspondencia que duraría tres semanas, en la que día a día el escritor -le faltaban doce meses para morir- entregaba a la niña las cartas de la muñeca, Brígida, que le contaba a su propietaria sus andanzas por media Europa. El rastro de estas enigmáticas misivas, que se habrían perdido en la Segunda Guerra Mundial, constituye una leyenda literaria fascinante que ha hecho correr ríos de tinta hasta derivar recientemente en el argumento de un libro. Con los programas culturales de la 2 ocurre algo similar a las supuestas cartas del parque de Stegliz. Nadie los ha logrado ver, pero, al parecer, se emiten. Defenestrado el entretenidísimo Sánchez Dragó de la parrilla cultural socialista, el relevo corrió a cargo del mucho más plano Javier Rioyo, que con su Stragavario ha hecho lo que ha podido estas dos temporadas por obviar los bostezos de la audiencia. Un enigma por resolver es por qué los programas que hablan de lo más entretenido que ha creado el hombre, los libros, son un aburrimiento. Menos mal que nos queda Punset y sus Redes, que no es un espacio cultural, pero sí místico, porque sólo a un místico se le puede ocurrir definir la felicidad con una fórmula matemática.