La caza de gatos de Cela

Ángel Paniagua Pérez
A. Paniagua MADRID

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ABRALDES

Crónica | Las gamberradas de los literatos La «Historia secreta de las Navas del Marqués II» recoge los locos veranos de un grupo de escritores en el pueblo de Ávila

08 may 2005 . Actualizado a las 07:00 h.

Camilo José Cela eligió el pueblo de Las Navas del Marqués, en la provincia de Ávila, para restablecerse de una tuberculosis que había padecido años atrás. Allí pasó el Nobel los veranos de 1943 y 1944 y dejó un divertido anecdotario. «Una noche, en compañía de los naveros Santos Martín y Félix Segovia, se dedicó a cazar gatos. Los metió en un saco y los soltó en las habitaciones de la fonda donde se alojaban sus amigos Víctor Ruiz Iriarte y José García Nieto. Éstos, al abrir la puerta, se encontraron con el espectáculo de varios felinos enrabietados que saltaban por la cama y corrían despavoridos para intentar huir», escribe Tomás García Yebra (Madrid, 1956), autor de Historia secreta de Las Navas del Marqués II (Libertarias). Los poetas Vicente Aleixandre y Dámaso Alonso, el escultor Aniceto Marinas, el pintor Evaristo Guerra, el cineasta Jaime de Armiñán, el escritor Agustín García Calvo y el periodista Manuel Delgado Barreto, entre otros, veranearon en esta villa, cercana a Madrid y muy vinculada al mundo artístico. Una de las anécdotas más recordadas del Nobel gallego, y que el autor recoge en su libro, ocurrió en la antigua casa de teléfonos de la villa . «Cela quería hablar con Madrid y pidió una conferencia; al hacerlo introdujo la cabeza por el hueco de una mampara de cristal, de esas que tenían forma de media luna, y cuando quiso sacarla no pudo. Tuvieron que llamar a funcionarios del ayuntamiento porque se había quedado completamente encajado». Treinta páginas del libro están dedicadas al poeta sevillano Vicente Aleixandre, que en verano de 1917 coincidió en Las Navas con Dámaso Alonso. «Ambos encabezaron el llamado Grupo de Las Navas, germen de la Generación del 27», dice Yebra. «Dámaso le regaló a Aleixandre una antología de poemas de Rubén Darío y se quedó deslumbrado. Fue su despertar a la poesía», sostieme. Uno de los capítulos más sorprendentes es el que relata el supuesto amor de José García Nieto (30 años tenía entonces) con Luisa Esteban Rosado, una viuda de cerca de 70 y dueña de la fonda donde se alojó el que llegaría a ser premio Cervantes. «El poemario Versos de un huésped de Luisa Esteban se lo dedicó a ella y hay resonancias claramente eróticas. En una fotografía que me entregó una sobrina suya se ve a una anciana de pelo blanco y nada agraciada», explica el autor de Desmontando a Cela . Yebra le enseñó la fotografía al gran experto en la poesía de García Nieto, Joaquín Benito de Lucas, y éste, tras quedarse «helado», le respondió que el poemario podía ser una «gamberrada» del poeta asturiano, quien cuando se juntaba con Cela «formaban una pareja terrible».