Mulholland Drive

M.A. FERNÁNDEZ A CORUÑA

TELEVISIÓN

Dos mujeres y un destino Los nombres de David Lynch y Robert Altman asoman a la cartelera española con los filmes que les colocan como aspirantes al Oscar para el mejor director, «Mulholland Drive» y «Gosford Park». La primera supone el regreso de Lynch tras el paréntesis clasicista de «Una historia verdadera». Junto a ellas, cuatro títulos variados y atractivo incuestionable, desde el realizador John McTiernan («Rollerbal») a actores como Richard Gere («Mothman, la última profecía») o Ben Kingsley («Sexy Beast»).

07 mar 2002 . Actualizado a las 06:00 h.

La crítica que tuvo ocasión de verla en Cannes, festival que otorgó a Lynch el premio al mejor director exaequo con los Coen por su todavía inédita El barbero, reconoce que es imposible decir de qué va la película. Es más, insisten en que el sólo hecho de intentarlo puede derivar en una empanada mental porque el autor de Terciopelo azul retorna a su cine más personal para recrear la historia de dos mujeres que comienzan siendo amigas y acaban en mucho más. Todo empieza cuando a una de ellas intentan asesinarla en la carretera de Mulholland Drive en Los Ángeles, y el coche sufre un accidente que liquida a los dos matones. A partir de ahí aparecen una serie de personajes a los que Lynch maneja con su habitual y desconcertante pericia, rodeándolos de una atmósfera y un color que contribuye a la fascinación final provocada por la película. Sin embargo no fue un proyecto fácil para el autor de la bonita Una historia verdadera, realizada tres años antes. Mulholland Drive comenzó siendo el episodio piloto de una serie de televisión de la ABC, dispuesta a repetir el exitazo de Twin Peaks. Cuando Lynch entregó el trabajo, sus directivos se asustaron ante la complejidad de su propuesta y acordaron cederle los derechos para que pudiera completarla para el cine. Los ocho millones de euros aportados por Canal Plus Francia hicieron posible que Lynch pudiera filmar secuencias adicionales para redondear la versión final. Una vez más, Lynch recurre a su inseparable compositor Angelo Badalamenti, que incluye una canción clave, como es habitual en sus trabajos en común. Aquí se trata de la versión latina de Crying, interpretada por Rebekah Del Río, que encarna el personaje de La Llorona de Los Ángeles en un ficticio Club Silencio, lugar que cataliza al resto de personajes. Cuenta Del Río que Lynch hizo un catorce tomas de la escena. Como era de esperar, la película pasó con más pena que gloria por la cartelera norteamericana, a la espera de la redención con la que Europa obsequia siempre a quien debutó en 1976 con aquella inquietante Cabeza borradora.