Un historiador sostiene que el escritor robó la historia a un periodista, a quien acabaría envenenando Detrás de «El perro de los Baskerville», una de las más célebres novelas de intriga de Arthur Conan Doyle, podría esconderse otra historia más misteriosa todavía. Cien años después de la publicación del libro, el creador de Sherlock Holmes se enfrenta a una acusación póstuma de plagio. El historiador británico Rodger Garrick-Steele defiende la teoría de que Conan Doyle habría robado la idea y parte del libro a un joven periodista, y, peor aún, lo acusa de haberlo envenenado para ocultar el fraude literario.
02 ago 2001 . Actualizado a las 07:00 h.Cuando se cumplen cien años de la publicación de El perro de los Baskerville por entregas en la revista Strand, un historiador británico, Rodger Garrick-Steele, parece decidido a probar que Arthur Conan Doyle no fue el autor de la historia de una familia amenazada por una oscura leyenda de sabuesos diabólicos. Garrick-Steele sostiene que Conan Doyle se apropió de una historia de la que tuvo noticia por un periodista, Fletcher Robinson, y que firmaría en solitario. Robinson relató al escritor la leyenda del sabueso y, en un principio, concibieron juntos la novela. Garrick-Steele aegura que fue el periodista quien realmente puso la historia sobre el papel. Conan Doyle habría olvidado el acuerdo inicial y cometido plagio. Pero Garrick-Steele va más lejos. Ayer la BBC recogía su teoría de que Conan Doyle, médico de formación, habría envenenado a Robinson con láudano. La versión oficial de su fallecimiento lo atribuyó al tifus. Conan Doyle eligió el láudano para hacer pasar los síntomas por los de la enfermedad. De esta forma, el escritor no sólo se desembarazaba del supuesto «negro», sino que despejaba el camino para continuar el romance que mantenía con la esposa del periodista. El historiador sostiene que «Doyle era un hombre inteligente, y vio que era la solución obvia; utilizó a la mujer de Robinson para envenenarlo». Investigadores de la obra de Conan Doyle desechan esta teoría como fantasiosa, aunque admiten la intervención de Robinson en la obra.