Abrazos, lágrimas, mantillas y un luto que solo rompió Trump

Sandra Faginas Souto
Sandra Faginas REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

Un total de 130 delegaciones oficiales, 50 jefes de Estado y diez reyes dieron su último adiós al papa Francisco

27 abr 2025 . Actualizado a las 08:54 h.

La colocación de los 50 jefes de Estado y de Gobierno y los diez monarcas reinantes que asistieron ayer al funeral del papa Francisco siguió el orden alfabético en francés. Por ese motivo, los reyes de España estuvieron sentados al lado del presidente Donald Trump y su mujer, Melania, aunque entre los États Units y Espagne se hizo hueco Estonie (Estonia), representada por su presidente, Alar Karis.

Melania fue la primera en saludar a la reina Letizia y posteriormente el rey Felipe se dirigió al presidente Trump con un apretón de manos que se repitió en otro momento de la misa cuando se dieron la paz. Detrás de los reyes se sentaron las vicepresidentas María Jesús Montero y Yolanda Díaz, mientras el ministro de Presidencia, Félix Bolaños, y el líder del PP, Alberto Núñez Feijoo, que integraron también la delegación española, estuvieron en filas posteriores. El presidente argentino, Javier Milei, por ser el país natal del papa; el de Italia, Sergio Mattarella, y la primera ministra de la República, Giorgia Meloni, ocuparon lugares destacados entre las autoridades.

Precisamente Giorgia Meloni y Javier Milei se fundieron en un sentido abrazo de varios segundos, sin ocultar su emoción, y muy afectado se vio también al presidente francés, Emmanuel Macron, que durante la misa tuvo que hacer uso de su pañuelo para secarse las lágrimas.

La aspiración del papa Francisco era la fraternidad —como recordó el cardenal Re— y en esa construcción de puentes todos los líderes mundiales que se sentaron en la plaza de San Pedro dejaron de lado durante unas horas sus diferencias para honrarlo en su último adiós.

El protocolo era estricto: traje negro para los hombres y vestido largo o hasta la rodilla y manga larga para las mujeres, que debían evitar joyas de gran tamaño. Los reyes Felipe y Letizia cumplieron estrictamente con la norma luciendo ambos de negro. Él, con traje y corbata oscura, y ella con un vestido largo de Carolina Herrera, con mantilla, sin peineta, y con un broche de perlas que perteneció a la reina Victoria Eugenia. La mantilla fue uno de los complementos elegidos también por Charlene de Mónaco, la princesa Mette-Marit de Noruega, o Melania Trump, que ayer justamente cumplía 55 años, si bien su marido fue uno de los que rompió el luto con un traje azul eléctrico y corbata a juego.

Volodímir Zelenski, el presidente de Ucrania, de riguroso luto, aunque más informal, sin traje y sin corbata, asistió junto a su mujer, Olena Zelenska, y fue sonoramente aplaudido al hacer acto de presencia en el funeral.

Por el traje pantalón apostaron la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, que se unió al más del centenar de personalidades llegadas de todas partes del mundo. Desde el presidente de Brasil, Lula da Silva, que escogió el gris, el ecuatoriano Daniel Noboa, el dominicano Luis Abinader y la hondureña Xiomara Castro, a miembros de monarquías reinantes. A la ceremonia acudieron Carlos Gustavo y Silvia de Suecia, Felipe y Matilde de Bélgica, Mary de Dinamarca, Abdalá y Rania de Jordania, Alberto II de Mónaco y su mujer, además de Guillermo, príncipe de Gales. También los grandes duques de Luxemburgo, Enrique y María Teresa; el príncipe heredero Luis de Liechtenstein; el príncipe heredero Khaled bin Mohamed bin Zayed al Nahyan de Emiratos Árabes Unidos, o Letsie III de Lesoto, entre otros. No asistieron los reyes de Holanda, Guillermo y Máxima, debido a que justo ayer se celebraba el Día del Rey, una fecha muy significativa en los Países Bajos, y tampoco Carlos III de Inglaterra por una antigua norma de protocolo que marca que los reyes británicos no acuden a los funerales de los papas. Sí lo hizo el primer ministro Keir Starmer, el presidente alemán Frank-Walter Steinmeier y el portugués Marcelo Rebelo de Sousa, quien, en un momento del funeral, cerró los ojos con profundo pesar. Un sentimiento común visible en todos los allí presentes.