Rubén del Campo, portavoz de la Aemet: «En breve ya hablaremos de noches infernales»

josé a. gonzález MADRID / COLPISA

SOCIEDAD

Rubén del Campo, portavoz de la Aemet
Rubén del Campo, portavoz de la Aemet ROI FERNÁNDEZ

El meteorólogo advierte de que tras vivir «la ola de calor más extrema» del verano, el mercurio de los termómetros caerá. Advierte, sin embargo, que «aún queda mucho calor» este mes

13 ago 2023 . Actualizado a las 11:37 h.

Un clic con el ratón de su ordenador basta para repasar los datos meteorológicos de la Península ibérica y es una de las voces autorizadas de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet). Apasionado de esta ciencia desde bien pequeño, Rubén del Campo es desde hace varios años el encargado de explicar las previsiones del tiempo para los próximos meses, los fenómenos extraordinarios que estamos viviendo... Pero ante todo es optimista, porque, asegura, «está en nuestra mano evitar lo peor del cambio climático».

—¿Se han batido datos históricos con esta ola de calor?

—El más llamativo ha sido el de Valencia capital que ha registrado 44,7 grados, superando el de agosto del 2010. En el aeropuerto se alcanzaron los 46,8 grados, 3,4 por encima del récord de 1986. Por último, también se han batido registros en Soria, que llegó a una temperatura de 38,9 grados y el récord anterior eran 38,7, del año pasado. Esto es una serie de 80 años de antigüedad. De madrugada es posible que se hayan batido bastantes récords de temperatura mínima más alta, pero aún tenemos que validarlos. -Son llamativas las temperaturas diurnas con 46 y 45 grados, pero cada vez se habla más de noches tórridas o noches ecuatoriales...

—Son llamativas las temperaturas diurnas, pero cada vez se habla más de noches tórridas o tropicales.

—Sí, son aquellas en las que no se baja de 25 grados. En ciudades como Valencia se han multiplicado por cuatro en las últimas décadas por un efecto doble combinado: el crecimiento de efecto isla de calor urbano por su tamaño y el cambio climático. Sin duda, estos dos factores está tirando hacia arriba de las temperaturas tanto de la superficie del mar y en zonas costeras. Estas noches tórridas se están incrementando, pero no solo en Valencia. Por ejemplo, en el aeropuerto de Barcelona no se había registrado ninguna antes del 2003 y desde entonces llevan más de 40. Pero, a lo mejor, vamos a tener que ir pensando en añadir en nuestro diccionario meteorológico el término noches infernales, que es cuando no se bajan de 30 grados. De momento no hay muchas, pero ya tenemos algunas noches infernales como el 18 de julio en Málaga, que no se bajó de 31,4 grados. Además, es posible que durante este fin de semana algunos puntos del sur de la isla de Gran Canaria tampoco bajen de 30 o 32 grados...

—Para lo que queda del verano. ¿Habrá más calor o menos?

—Para lo que queda de agosto se ve calor, no podemos hablar de nueva ola porque tienen que superarse ciertos umbrales y es pronto. Pero desde luego que los pronósticos hablan de que las temperaturas, en la mayor parte de España, van a estar por encima de la media y no va a ser un agosto, como se decía antes, de frío en el rostro. Va a ser más caluroso de lo que habitualmente es y, a pesar de que junio y julio han sido húmedos y frescos, también han contado con temperaturas por encima de lo normal.

—¿Hay algo positivo que nos digan los datos meteorológicos?

—Sí. Aunque algunos pretendan negarlo, estamos ante un calentamiento antropogénico y lo que estamos observando es consecuencia de las emisiones de gases de efecto invernadero antropogénico. Esto también es una buena noticia...

—¿Cómo?

—Porque eso quiere decir que se puede revertir y que si nos ponemos manos a la obra, pues, aunque el calentamiento ya no lo vamos a frenar en las próximas décadas porque ya hemos emitido y hay una inercia climática que es difícil de parar, sí podemos evitar los peores efectos del cambio climático. A lo largo de la historia, el ser humano se ha adaptado a los cambios y este es uno más. En España nos tenemos que adaptar a un país más cálido, que tendrá menos recursos hídricos y sequías más pronunciadas, pero está en nuestra mano frenar los peores efectos.