María del Carmen Maseda, modista de trajes tradicionales: «Recoñezo todos os traxes que fixen»

SOCIEDAD

M. Cuadrado

A sus 80 años, esta ribadense ha perdido la cuenta de los modelos de este tipo que cosió y que se lucieron en Galicia y fuera. Siguiendo el ejemplo que recibió, se brinda a compartir experiencia

02 nov 2022 . Actualizado a las 13:05 h.

El sonido de la vida diaria del corazón urbano de Ribadeo se cuela por la ventana abierta de la casa de María del Carmen Maseda Legaspi. Para coser aprovecha la luz natural hasta que el día se agota. Un oficio al que se ha dedicado toda su vida esta mujer de 80 años, vital y gran conversadora. Es un libro abierto sobre la costura y los trajes tradicionales, una faceta en la que se especializó, a la que se sigue dedicando y que la convirtió en una de las protagonistas de la clausura de las primeras Xornadas Etnográficas da Mariña de Tecedeira, celebradas en la villa mariñana en junio y en las que también se enmarcó la exposición O traxe tradicional de gala, de la misma autora. Emotivo fue aquel homenaje y acogedora la recepción que María del Carmen nos brindó en su casa para repasar su vida entre agujas, dengues, abalorios...

Dio sus primeros pasos de la mano de su madre, Soledad: «Era unha muller moi adiantada á súa época. Mamá xa me vestiu con traxe de galega cando eu tiña dous anos (muestra la foto en su teléfono móvil)». Fue su primera maestra. Con el tiempo, María del Carmen se desplazaría a una academia en Avilés, donde se formó en patronaje y aprendió el corte. Tendría —rememora— 17 o 18 años. «Daquela ir a Avilés levábache unhas seis horas», apunta la modista. Cuando volvió, desde la academia le ofrecieron hacer patronaje para una casa de modas de A Coruña, pero la situación familiar le impidió aceptar la propuesta que exigía dos desplazamientos semanales a la ciudad herculina. Ya desde Ribadeo se dedicó a coser desde ropa del día a día a trajes de novia, complementos... «Fixen o meu traxe de noiva. Daquela tiña un pelo precioso longo e levaba alelís da horta!», recuerda orgullosa.

Con el tiempo, iría especializándose en los trajes tradicionales: «Empezaron as agrupacións a solicitar eses traxes e foise deixando a confección doutras pezas». Entonces, tanto ella como su madre —hasta los 85 años— se volcaron en atender los pedidos de faldas, chalecos, ropa blanca, complementos... Confeccionó prendas para agrupaciones de A Mariña y de otros puntos de Galicia, y recibió encargos para centros gallegos como los de Venezuela o Suiza, entre otros. No se atreve a dar una cifra de los trajes tradicionales o prendas que ha elaborado, pero tiene claro que los reconoce todos. Confiesa la satisfacción que le produce cuando los sigue viendo en la calle, por el Día da Patroa, la Xira... En la tarea de asesoramiento le fueron de gran ayuda las prendas que le donaron o mostraron y que se guardaron durante años con esmero en domicilios particulares: «En Ribadeo, Ove, Vilaselán... había moita roupa tradicional, que nos serviu para orientarnos á hora de confeccionar a roupa desta zona. Aquí os homes levaban chaleco desabrochado no verán. Había moitas pezas de cor vermella e moito marrón». Confeccionó prendas para trajes de gala y de faena: «Toda a tea lla comprei a Béjar, en Salamanca, e tamén a Pradoluengo, en Burgos».

M. Cuadrado

Indica que unos dos meses es el tiempo medio que le puede llevar hacer un traje completo, destacando que la mantela es la prenda más laboriosa. Información y ayuda recibió de Juanjo Linares, coreógrafo y bailarín. Y supo por Gamallo Fierros, profesor, investigador y poeta ribadense, de los ocho colores que reinaban en estas prendas.

Socia del colectivo Amigos da Gaita, ve un resurgir en el baile tradicional y afirma que ella posee tres trajes y uno de ellos lo llevó en el 2021 en una boda familiar en la que todos lucieron la vestimenta tradicional: «Na nosa casa hai 17 traxes!».

El valor de la prenda

Entre cientos de episodios vividos, María del Carmen recuerda que el mismo traje tradicional que le confeccionó a una niña por su comunión, por encargo de su abuela, lo reformó años después para la boda.