Raquel Linares: «Hay grupos en los que se ve la anorexia como un estilo de vida, como una secta horrible»

Javier Becerra
Javier Becerra REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

Raquel Linares
Raquel Linares .

Especialista en trastornos de la conducta alimentaria, alerta del aumento de los casos en jóvenes debido a la pandemia

29 nov 2021 . Actualizado a las 10:53 h.

Dice Raquel Linares, directora de Fita Fundación, que en los casos de trastornos de la conducta alimentaria la prevención y detección temprana son herramientas indispensables. Estos se han incrementando de manera alarmante durante la pandemia. Por ello señala que hay que subir la vigilancia. Mañana, a las 19.00, horas hablará de esta materia en Afundación TV.

—La nota de su charla dice que uno de cada cuatro jóvenes tiene un trastorno de conducta alimentario. ¿Ese dato es real?

—Se está hablando de estos datos, aunque todavía no están cuantificados. Antes se hablaba de un 6 % de los jóvenes, que ya eran muchísimos. Pero ahora, con la pandemia, todo ha aumentado y estas cifras estimativas son las que estamos recibiendo en los recursos especializados. En este momento son muchos los jóvenes que se tambalean hacia este tipo de trastornos.

—¿Se puede atender todos?

—Es complejo porque son tratamientos especializados, donde no solo hay que trabajar el aspecto físico, sino que hay que llegar al problema real, el psicológico de fondo, que es el que lo produce. Si no, vamos dando palos de ciego. Ellas lo dicen: no sirve de nada que las engorden como a pollos, ganando diez kilos en un ingreso. Luego, van a perder esos kilos y cinco más. Lo que hay que entender es que la persona está diciendo que, en su yo más profundo, le están pasando cosas que no sabe resolver.

—¿Esto es algo más que chicas que quieren estar delgadas por la presión y dejan de comer?

—Eso necesita muchos más matices, porque si la anorexia fuera solo una cuestión de peso, estaría toda la población enferma. La presión por el cuerpo delgado y los estereotipos estéticos que nos venden por todos los sitios la recibe todo el mundo. Pero, de estar preocupado por cuidarte y tener un cuerpo x a llevarlo al extremo de caer en una enfermedad tan grave como esta, tiene que haber una cierta predisposición y unos rasgos de vulnerabilidad. La mayoría son chicas, aunque también hay chicos. Quieren ser perfectas. Sacar siempre buenas notas. No fallar en nada. No frustrarse nunca. Tener todo controlado. Llegan a una edad en la que cognitivamente pueden ser muy listas, pero emocionalmente son como una niña de 3 años. A la primera frustración, como en el grupo de los adolescentes no prima sacar buenas notas, sino otros valores, no saben encajar. La chica siente que no puede compartir ese malestar. Que si lo hace van a pesar que es tonta, que no es válida. Se lo queda dentro. No tiene recursos. Busca en el control con la comida o la imagen de lo que ve en las redes sociales. Descubre que, al estar delgada, le aparece una solución a todo eso. Que con estar bien por fuera puede tener el valor que tenía cuando era pequeña.

—Hace 50 años esto no ocurría. ¿No tiene la culpa la presión estética que existe en la actualidad?

—Hace 30 años yo empecé con esto. Pensaba: «En el año 2000 cambiaré de enfermedad». Había casos muy puntuales. Pero mirabas a Argentina y ya había un montón de casos, porque el tema estético había empezado antes que aquí. También veías países que no habían tenido ni un solo caso. Hace 50 años se encontraban casos aislados de monjas que habían hecho ayunos. Es otro modo de entrar. Pero eso no tenía nada que ver con la anorexia que vemos ahora. Hoy cuando una chica de repente baja de peso va a recibir el refuerzo en su grupo de iguales. Le dirán que está guapa, que cómo lo ha hecho. Y eso, en un momento que quieres gustar y sentirte valorada, le llega a una persona que tiene baja autoestima y se dice a sí mima: «Pues esto lo voy a seguir».

—¿Más allá de las obvias, qué señales hay para preocuparse?

—Cuando se dan de una forma reiterada. Que no quiere que le pongan tanto aceite al cocinar. Que anda mirando todo el día las calorías de los productos. Que, de golpe, le encanta cocinar cuando antes no cocinaba, pero come muy poco de lo cocina. Ahí hay que ver qué cosas cambian. Luego, está que siempre después de comer empieza a sentirse mal, que le duele panza, que cree que ha comido demasiado, como mucha culpa. Le pones el plato y, de pronto, se pone a partir la comida en trocitos pequeños y la esparce. En ese impás lo importante es que ellos vean que lo estamos viendo y, enseguida, preguntar si estás nervioso, si pasa algo en el cole. Tiene que sentir que nos interesa su mundo interno, no solo el externo.

—Las redes sociales con los filtros permiten proyectar una versión idealizada de uno mismo. ¿Qué efecto tiene eso cuando hay que mostrarse de verdad?

—Eso es algo perverso, pero lo peor actualmente son los grupos de WhatsApp y Telegram de anorexia. Los hay y están en auge. Te piden que les pases las medidas para poder entrar. Sino, te relegan a un grupo inferior hasta que logres encajar en ese peso y medidas. En ellos se ve la anorexia como un estilo de vida, como una secta horrible. Te encuentras con chicos y chicas que están atrapados. Dicen que ahí es el único sitio en el que les entienden.