Un «cerebro» gallego para el pilotaje de rovers en las entrañas de la Luna

Pablo Varela Varela
pablo varela OURENSE / LA VOZ

SOCIEDAD

Fermín Navarro profesor de la escuela de aeronáutica en el campus de Ourense
Fermín Navarro profesor de la escuela de aeronáutica en el campus de Ourense Miguel Villar

La Agencia Espacial Europea evaluará este mes la viabilidad del proyecto

09 mar 2021 . Actualizado a las 16:24 h.

De aquel pequeño paso para el hombre y gran salto para la humanidad sobre la superficie de la Luna han pasado ya 51 años. Ahora, es el interés por las entrañas del satélite lo que ha impulsado una investigación desarrollada de forma conjunta por la Universidade de Vigo, la de Oviedo y la empresa gallega Alén Space, un consorcio que se coló entre los dos finalistas dentro de un concurso de ideas lanzado por la Agencia Espacial Europea (ESA) en el año 2019. ¿La idea? Dar forma a un rover cargado con una grúa que facilitaría el descenso de robots por el interior de las cavidades lunares. El vehículo funcionaría, sobre el papel, con baterías y paneles solares.

«La Universidade de Vigo tiene experiencia en programas espaciales con satélites más pequeños. Pero esa misión es algo totalmente distinto: hablamos de un salto cualitativo que, a su vez, nos permite seguir ganando experiencia», explica Fermín Navarro, profesor en la Escola de Enxeñaría Aeronáutica e do Espazo del campus de Ourense. En la ciudad de As Burgas se desarrolla la ingeniería de sistemas de los vehículos, tanto del rover como la grúa. En definitiva, se moldea el «cerebro» que daría las instrucciones a los aparatos en su recorrido por el satélite. «Nuestra función es analizar los componentes del sistema y examinar qué papel juega cada uno de ellos dentro de la misión: tanto la estructura del robot como su control térmico, y también las comunicaciones con el planeta Tierra», ilustra Navarro.

El proyecto «Robocrane» —así es como se denomina— trabajará en paralelo con el otro equipo finalista en la ronda convocada por la Agencia Espacial Europea, de la universidad alemana de Würzburg. «De todos los programas de investigación que recibieron en la ESA escogieron a cinco, que fueron financiados durante seis meses. Después se ejecutó una criba y decidieron apostar por nosotros dos porque, además, buscaban proyectos con perfiles y metas complementarios. En el caso de Würzburg, ellos llevan a cabo la parte del robot Daedalus, que se adentra en las cuevas lunares», razona Navarro.

Mientras, desde su sede en Nigrán, Alén Space suma su granito de arena. «Nós damos soporte para a análise e deseño do sistema de comunicacións cos elementos que teñen que explorar na cova», explica uno de sus cofundadores, Diego Nodar.

El interior inexplorado de la Luna

Uno de los objetivos de la misión, que será sometida a un examen de viabilidad por parte de la Agencia Espacial Europea, es calibrar hasta qué punto sería factible poner en marcha asentamientos humanos dentro de las cavidades, atendiendo a las condiciones de su interior y buscando evitar temperaturas más extremas como las de la superficie del satélite. «Una de las cuevas que se intuye como mejor candidata es una que tiene una entrada abierta en la región de Marius Hills», explica Navarro. Estos tubos huecos, que en algunos casos llegan a alcanzar los 50 metros de profundidad y miden decenas de metros de diámetro, «presumiblemente se formaron después del enfriamiento de la capa más exterior de los ríos de lava, hace millones de años», agrega. Así que, al final, también es imprescindible analizar la morfología de las grutas para no dar pasos en falso. «Queremos medir la radiación que haya dentro de la cueva y lograr imágenes en 3-D para ver sus paredes y suelo».

La evaluación de si el proyecto es o no factible será a lo largo de este mes, con expertos de la Agencia Espacial Europea. El covid-19 también condicionará esta presentación, ya que será por vía telemática y, en principio, se alargará por unos días.

De los satélites a las misiones

Junto a Navarro trabajan Fernando Aguado, responsable de la Agrupación Aeroespacial de la Universidad de Vigo, y Alejandro Camanzo, investigador contratado. La experiencia cosechada en los últimos años tanto en la Escola de Enxeñaría Aeronáutica ourensana como en la propia Agrupación Aeroespacial fueron el aliciente que llevó a que la Universidad de Oviedo contactase con la de Vigo para ejecutar este proyecto sumando esfuerzos. «Heredamos este bagaje previo de más de una década trabajando con satélites pequeños en la Universidade de Vigo, y el objetivo del grupo es seguir ganando práctica con misiones espaciales», aclara Navarro.