Con 'La isla de las tentaciones' la manito relajá

SOCIEDAD

30 ene 2021 . Actualizado a las 09:44 h.

Ni reality, ni tentación, ni sexo, ni bachata, La isla de las tentaciones es ahora mismo el programa de humor que más carcajadas provoca a los espectadores. No hay otro modo de verlo más que para partirse de risa con los colegas, en lo que empieza a ser una nueva modalidad de consumo televisivo: todos al ritmo del chat. Una coge el mando con una mano y con la otra agarra bien móvil para ser la primera en comentar con las amigas el despiporre de Villa Montaña, donde las chicas ponen toda la carne en el asador mientras sus novios, en Villa Playa, parecen los protagonistas de una novela de Jane Austen. Qué códigos de honor, qué llantos infinitos, qué duelos a muerte, mientras ellas se menean al ritmo de C. Tangana y se quitan el calor con el hielo entre las bocas. Demasiadas mujeres suena de fondo en la fiesta de ellas y a ellos les podía sonar la Gallina Turuleca, en ese patio de recreo en el que se disfrazan siguiendo el guion infantil que manejan. Pero de pronto, un fogonazo en forma de frase corta (dos seguidas es demasiado) puede agigantar el tsunami de risas. Lola, dejándose acariciar por el italiano Simone, piensa en lo doloroso que sería la separación definitiva de su novio, no por él, que al fin y al cabo es un ser humano, sino por su perro. Ese amor animal a ella la rompe, imaginarse sin el perro la frena en la tentación de la boca italiana de Simone. «¡Mi perro!», llora Lola, que ha convertido sin quererlo a su novio en una mascota y a su Rottweiler en su gran amor: «Hombres hay muchos, pero mi perro es él». Miro el móvil y el chat de las amigas arde, memes de perros por todas partes, emoticonos de caras desconojadas de la risa y todavía no ha llegado la hoguera. Somos casi cuatro millones de espectadores y Telecinco lo sabe. Hay más publicidad que minutos seguidos de show, pero ha valido la pena. Cojo el mando, ¿ya se ha acabado?, y quiero el móvil para rajar más, pero en esa tentación soy la que me freno y me digo: Sandra, la manito relajá.