Volverán a aplaudir

Mariluz Ferreiro A MI BOLA

SOCIEDAD

ALBERTO LÓPEZ

23 ago 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando llegue el próximo cerrozajo parcial o total sobrarán voluntarios. Estamos jugando a la ruleta rusa como si la pistola fuese de juguete y no estuviera humeando todavía. Caminamos de nuevo hacia el confinamiento. Pero todo tiene su parte positiva, que dirían los Monty Python desde la cruz. Porque es de esperar que los que salían a trabajar con angustia encuentren alegre y audaz relevo. Porque lógico es que los apóstoles que aseguran que no hace falta mascarilla ni distancia social levanten, raudos, la mano y se presten a trabajar de forma presencial para permitir a sus compañeros quedarse en casa. ¿Qué les cuesta? Si vuelven a escasear los equipos de protección para sanitarios se presentarán a recoger muestras a sospechosos a porta gayola. Y cuando se formen colas en los supermercados y las farmacias ahí queremos verlos, pasando códigos de barras como si no hubiera mañana. Pero no es necesario ir a una manifestación negacionista y exigir ver el virus para demostrar la inmensa estupidez del ser humano. Hay impresentables mucho menos visibles que no se conforman con ser menos dañinos. Como la persona que va a una consulta médica y solo dice que estuvo en contacto con un contagiado después de haber pasado por la sala de espera y de que la hayan examinado. O el tipo que, tras dar positivo, decide continuar con su reparto diario por la ciudad. O los que quedan con sus amigos para tomar unas cañas mientras no les confirman el resultado de la PCR. Son casos reales, en Galicia. Pero es muy probable que todos ellos vuelvan a salir a la ventana a aplaudir.