«¡Querían morirse con el secreto!»

xacobe lamas / S.B.

SOCIEDAD

Ramón Leiro

Dionisio Aboal, líder de Os Alegres de Pontevedra, regenta un taller donde, junto a su hijo Anxo, repara instrumentos tradicionales

12 ago 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Dionisio Aboal (Pontevedra, 1945) recuerda cuando empezó a fabricar instrumentos tradicionales. Ya le venía de familia. Su padre, Alejo Aboal, fundó en 1938 uno de los grupos de gaitas más importantes de la historia de Galicia: Os Alegres. Y Dionisio continuó la estirpe, incluso después de fallecer su padre «porque él me lo pidió, que Os Alegres siguiesen adelante».

Y bajo su dirección, trascendieron la música. Se convirtieron en una asociación folklórica, dedicada a recopilar información sobre las tradiciones gallegas y divulgarla. El grupo fue uno de los impulsores del Festival Celta de Ortigueira. Ahora Os Alegres también enseñan baile y música tradicional. Y construyen y reparan instrumentos.

Dionisio explica que los artesanos de instrumentos que él conoció en su juventud «querían morirse con el secreto». Él quería aprender a reparar instrumentos por su cuenta, para no tener que depender de talleres de otros puntos de Galicia, pero tuvo que aprender de manera independiente, porque los artesanos que conocía no enseñaban sus artes para evitar tener competencia. Montó el taller y comenzó aprender en el 74. «Y ahora somos uno de los más completos de toda Galicia. Fabricamos de todo».

Hoy acompañan a Dionisio su sobrino José («que es como un hijo para mí») y su hijo más joven, Anxo. A Anxo (Pontevedra, 1985) el gusanillo le picó ya de pequeño: «Yo era muy manitas y pasaba mucho tiempo en el taller. Con 13 años ya trabajaba en él. Y luego, a los 20, se convirtió en mi profesión». El otro se ocupa de los instrumentos de viento, como las gaitas o las zanfoñas, mientras Anxo y Dionisio se dedican a los de percusión. Construyen desde piezas pequeña, casi de juguete, hasta timbales o bodhráin irlandeses.

Ramón Leiro

Anxo explica la labor en el taller: «Hoy en día, no es un trabajo en cadena, pero sí bastante intenso. Cuando queremos hacer panderetas ya no hacemos una sola, sino muchas de golpe. Si no, no daría para comer. Mi padre tenía la costumbre de trabajar de otro modo. Cada día hacía lo que le parecía. Pero llegó un momento que crecimos tanto que ya nos teníamos que ceñir a los pedidos». Anxo explica todo esto tomándose un descanso de su jornada: «Ayer colgamos las pieles y hoy ya están secas. Ahora estamos colocándoselas a los pandeiros. Luego las pintaremos y decoraremos».

Pero el trabajo de Dionisio y Anxo va más allá de construir y reparar instrumentos. Su labor más importante es colaborar en la permanencia de la tradición. Ellos no quieren cometer el mismo error que los artesanos de antaño. Enseñan a los niños a tocar y a los adultos a fabricar instrumentos. «Me enriquece estar recuperando cosas que se hicieron y no dejarlas desaparecer. Es un trabajo que disfrutas», dice Anxo.

Y seguirán. Sobre todo Dionisio: «Ahora disfruto más que al principio. Tengo casi 75 años y si me llamasen ahora mismo para tocar, iría escopeteao. Si hace falta bailar, bailo. Si hace falta hacer el mono, lo hago». Y remata: «Todo se puede hacer, si lo haces con honradez».

Desde 1938

Os Alegres son uno de los grupos de gaitas más longevos de Galicia

80 instrumentos

La variedad de percusiones que fabrican y reparan es muy amplia