El interés reciente de Estados Unidos en Groenlandia eleva la tensión con China y Rusia sobre el control de la ruta del noroeste que abrirá el deshielo y la explotación de los valiosos recursos naturales
11 may 2020 . Actualizado a las 20:45 h.El psicólogo medioambiental Robert Gifford afirma que la capacidad cerebral del ser humano no está diseñada para afrontar un asunto como el cambio climático. La humanidad ocupa su tiempo en el presente y no tiene una visión de la realidad a largo plazo. Lamentablemente, algunos temas no se pueden retrasar eternamente. En el horizonte esperan conflictos que tendrán profundos efectos en la población mundial, con el calentamiento global a la cabeza.
En la próxima década el retroceso del hielo en el Ártico no solo se convertirá en un contratiempo para el clima sino también para la geopolítica. Rusia, Estados Unidos y China aspiran a explotar una región con enormes posibilidades. «Lo primero que debemos tener en cuenta es que la tercera parte de la tierra y el océano del Ártico es ruso. Representa una zona muy importante de su territorio», apunta Antonio Quesada, Secretario Técnico del Comité Polar Español.
El gobierno de Putin tiene previsto explotar la región con un plan de inversiones que los expertos cifran en trillones de dólares. El Ártico contiene recursos naturales muy valiosos como petróleo y gas. Sin embargo, el interés de Rusia se centra en el paso del noreste. «Si los barcos que vienen del Pacífico hacia el Atlántico cruzan por el norte pueden ahorrar hasta un mes de travesía. La cantidad de dinero que se está manejando es tremenda», sostiene Quesada.
La hoja de ruta contempla la creación en la costa siberiana de cinco ciudades que no existen en la actualidad para dar servicio al tránsito del paso del noreste. «Lo que tienen en mente los rusos ahora mismo es que en cada de esas nuevas ciudades puedan vivir unas 150.000 personas. Pero para hacer esto viable se necesita crear una red completamente nueva y descomunal de transporte que conecte el norte con el resto del país», señala.
Los rusos se encuentran ahora mismo realizando sus cálculos sobre los costes y los beneficios en el Ártico, dando por sentado que cada año el hielo retrocede un poco más. «Ellos creen que la ruta será rentable cuando la temporada de deshielo sea más larga. En este sentido consideran que en el 2030 habrá una pérdida total del hielo marino durante el verano. Lo que están modelizando es cuándo el deshielo durará al menos cuatro meses, porque a partir de entonces el beneficio sería suficiente para mantener las infraestructuras», subraya Quesada.
Si el ascenso de la temperatura media global prosigue como hasta ahora, Rusia podría sacar un notable rédito económico de los efectos. Sin embargo, el calentamiento global representa un arma de doble filo. El país está sufriendo una preocupante degradación del suelo debido a la fusión del permafrost. «Hay ciudades e infraestructuras muy importantes para ellos, como oleoductos y gasoductos, que se están derrumbando. Aún así creen que el cambio climático es una gran oportunidad para ellos», asegura.
Los rusos consideran el Ártico su casa. Pero su principal enemigo, Estados Unidos, también quiere un buen trozo del pastel y está dispuesto a todo, incluso a comprar Groenlandia. El año pasado el presidente Trump ya preguntó a Dinamarca por el precio, algo que los daneses asumieron como una falta de respeto. Ahora el gobierno estadounidense vuelve a la carga anunciando fuertes inversiones en la isla, algo que no ha sentado nada bien en Moscú. «Groenlandia es una zona estratégica. Juega un papel fundamental en la cuestión del paso del noroeste y tiene recursos naturales muy valiosos como tierras raras, que son fundamentales para la tecnología. Pero no solo hay un interés por parte de Estados Unidos sino también de China, con quien Groenlandia ya tiene acuerdos comerciales. China no tiene una visión tan geopolítica como Rusia y Estados Unidos sino más comercial. Ellos quieren explotar los recursos y tener facilidades para moverlos», explica.
El gigante asiático también parece dispuesto a todo para influir sobre Groenlandia, algo que garantizaría una posición privilegiada en el tablero del Ártico. La pelota parece estar en estos momentos sobre el gobierno de la isla, que tendrá que decidir con qué inversor se queda. «La situación es realmente preocupante. Nunca se había hablado de seguridad militar en las reuniones internacionales, pero en los últimos años siempre se debate sobre esta cuestión», confiesa Quesada. Groenlandia ya está moviendo fichas, tratando de ganar autonomía frente a Dinamarca. «En el gobierno groenlandés existe en estos momentos un ministerio para la independencia», concluye. La batalla por Groenlandia anticipa la futura configuración de la Tierra, con el Ártico al descubierto, y de una nueva Guerra Fría entre las potencias más poderosas.