«Fixen sete quilómetros en 42 minutos a trote borriqueiro; ¡xa era hora!»

Serxio González Souto
SERXIO GONZÁLEZ VILAGARCÍA / LA VOZ

SOCIEDAD

Las ganas de normalidad llenan las zonas de paseo en Arousa, que se echa a correr cincuenta días después con A Illa, Catoira, Meis y Cesures a otro ritmo y un respeto escrupuloso a las distancias de seguridad

02 may 2020 . Actualizado a las 14:29 h.

Han transcurrido cincuenta días desde aquel 14 de marzo en el que ocurrió lo que nunca había sucedido. La implantación de un confinamiento general que esta mañana comenzó a resquebrajarse sin renunciar a la prudencia. De momento, el balance oficial habla de 194 casos activos en el área sanitaria, catorce menos que el viernes, y ocho personas ingresadas, de las que cinco permanecen en Montecelo, una en el Hospital do Salnés, otra en el centro privado Quirónsalud Miguel Domínguez de Pontevedra y una última en la unidad de cuidados intensivos. Entre lo peor, las dieciséis víctimas mortales que el coronavirus se ha cobrado. Como dato esperanzador, el hecho de que el número de personas curadas ascienda a 571. Y, por supuesto, la posibilidad de aligerar la reclusión con las primeras salidas para dedicarlas al deporte o, simplemente, a dar un paseo y hacerlo, además, en compañía.

En pareja, siempre con alguien con el que uno conviva, si se trata simplemente de caminar, y únicamente en un radio de un kilómetro. De seis a diez de la mañana y de ocho a once de la noche, si se trata de correr o hacer deporte, siempre dentro del mismo municipio. De 10 a 12 o de 19 a 20 horas en el caso de los mayores de setenta años o las personas con algún tipo de dependencia que necesiten apoyo y deseen pasear. Estas son las condiciones bajo las que los arousanos se echaron a la calle. Mucha gente madrugó, muchísima, como atestiguaba el paseo marítimo que une el centro de Vilagarcía con Carril, y desde las siete recordó aquellos fines de semana anteriores a la pandemia. En todo, salvo por la distancia de seguridad, guardada escrupulosamente entre quienes lo recorrían, bajando a la arena si era preciso, y la profusión de mascarillas.

Alberto Nogueira da clase en el instituto Asorey de Cambados, tiene 53 años y vive en Vilagarcía. A las ocho y media se calzó las deportivas y ropa cómoda para sudar. Una hora más tarde, resume la carrera que más se ha hecho de rogar: «Fixen sete kilómetros en 42 minutos, sen presa, a trote borriqueiro, porque do que se trata é de gozar, non de facer ningunha marca». Ni él ni su compañera María se han pasado los últimos cincuenta días cruzados de brazos. Tampoco sus dos chavales, Uxía y Xabi. Suerte de disponer de un pasillo de 22 metros de largo. «Non todos os días, cinco á semana, pero si que fixen algo; corría unha hora, así que me saían máis ou menos os sete quilómetros que acabo de correr pola praia». De la piscina municipal que solía frecuentar no hay noticia, ni es probable que la haya en bastante tiempo. Así que habrá que concentrarse en las zancadas, «polo menos cinco días á semana». El nuevo firme de hormigón, menos duro que la pizarra que todavía muestra un tramo del paseo, se agradece. Incluso el viento de cara, «aínda que te free bastante ao correr».

A Illa es uno de los cuatro municipios de la comarca (el resto son Pontecesures, Meis y Catoira) en los que no hay franjas horarias que valgan. Sus vecinos pueden sudar y caminar entre las seis de la mañana y las once de la noche, con las restricciones que dictan la responsabilidad y las medidas de seguridad asociadas al estado de alarma, pero sin más marco temporal que el amanecer y el ocaso. Celso Rial tiene 87 años. Es la primera vez que sale de casa desde el 14 de marzo. Aparenta buena salud, pese a que está operado del corazón, y hoy se muestra de lo más contento. «Pena de non ter máis saúde para poder camiñar máis», confiesa bajo el orballo, muy cerca de la lonja de O Xufre. También ha salido a pasear José Montiel, de origen malagueño pero afincado desde hace años en Cambados, donde lo conocen precisamente así, como O Malagueño. Todavía queda la tarde por delante. Y dicen que mañana brillará el sol.