En 1834 Alexander von Humboldt acometió «la locura», en sus propias palabras, de escribir una obra que englobase todos los conocimientos sobre el mundo natural y lo presentase como un todo
24 mar 2020 . Actualizado a las 19:47 h.National Geographic acaba de estrenar la tercera temporada de Cosmos, la ya mítica serie documental «creada» hace 40 años por el astrofísico Carl Sagan y con la que entusiasmó al mundo al invitar a los espectadores a acompañarle en un «singular» viaje por el universo.
En fin que ahora todo son reconocimientos y loas a su creador «original» y a su visionario planteamiento y revolucionario enfoque -reconocimientos a los que como fiel seguidor de la serie original me sumo, por supuesto-. No obstante, no quisiera que la gran sombra de Sagan eclipsase a otra estrella de la divulgación científica aún más trascendente; y que estoy convencido, tuvo que ser la fuente de inspiración de la que bebió Sagan para concebir su serie documental, de ahí las palabras entrecomilladas en las líneas precedentes.
Me refiero al gran -y poco conocido y reconocido- naturalista alemán Alexander von Humboldt quien en 1834 y a la edad de 65 años acometió «la locura», en sus propias palabras, de escribir una obra que englobase todos los conocimientos sobre el mundo natural y lo presentase como un todo. Que recogiese todo lo que existe en el cielo y la tierra, desde las estrellas y galaxias más lejanas hasta los organismos más pequeños y simples que habitan en la Tierra; pero también la evolución del planeta y de las distintas especies que lo han poblado y lo pueblan, incluido el ser humano y su evolución hasta el momento actual así como su desarrollo cultural. Una obra que titularía Cosmos, que significa belleza y orden, y que por ello se aplica al universo.
Un empeño que finalmente se concretaría en abril de 1845, tras más de una década de incesante trabajo. Tal y como lo cuenta Andrea Wulf en su muy recomendable biografía de Humboldt, La invención de la naturaleza: «Cosmos era diferente a cualquier libro anterior sobre la naturaleza. Humboldt llevaba a sus lectores a un viaje desde el espacio exterior hasta la Tierra, y luego desde la superficie del planeta hasta su núcleo interior. Hablaba de cometas, la Vía Láctea y el sistema solar, de magnetismo terrestre, volcanes y la línea de nieve de las montañas. Escribía sobre las migraciones de la especie humana, sobre plantas y animales y sobre los organismos microscópicos que viven en las aguas estancadas o la superficie erosionada de las rocas. El libro comenzaba con una extensa introducción de casi cien páginas en la que el naturalista explicaba su particular visión de un mundo que latía lleno de vida y de la naturaleza como un conjunto vivo en el que todos los organismos estaban entrelazados. El resto de la obra se dividía en tres partes: la primera sobre los fenómenos celestiales; la segunda sobre la Tierra, incluyendo el geomagnetismo, los océanos, los terremotos, la meteorología y la geografía; y la tercera sobre la vida orgánica, que abarcaba las plantas, los animales y los seres humanos. Cosmos era una exploración del extenso ámbito de la creación».
Tras su publicación Cosmos se convirtió de inmediato en un éxito de ventas, con más de 20.000 ejemplares de la edición en alemán vendidos en los dos primeros meses. En años sucesivos saldrían traducciones en inglés, holandés, italiano, francés, danés, polaco, sueco, español, ruso y húngaro. Inspirando a generaciones de científicos pero también de artistas y escritores, ¿entre ellos Sagan?