La vida con cáncer: «menos mal que soy autónoma, si no estaría despedida del trabajo»

SOCIEDAD

Pacientes oncológicos hablan de las dificultades que encuentran para reinsertarse laboralmente

18 jun 2019 . Actualizado a las 13:23 h.

«Curar el cáncer es más fácil que superarlo», sentencia la gallega Marta Freire. Son muchas las dificultades a la que esta mujer de 55 años se ha tenido que enfrentar. No es la única. Diagnosticada hace una década de un Linfoma no Hodking ya en remisión, Marta reconoce que su vuelta al mundo laboral fue dura: «Durante el tratamiento de la enfermedad la capacidad de concentración disminuye muchísimo. Cada dos o tres meses tienes una revisión, y quince días antes de la cita médica es lo único en lo que puedes pensar», comenta.

Recuerda, todavía con una sensación amarga, cómo comenzó todo: «Apareció de casualidad», resume. En un chequeo los médicos le vieron algo anormal. «En ese momento empiezas a leer las miradas. Algo no va bien. Está tan extendida la palabra ‘cáncer’ que es lo primero en lo que piensas», explica.

Con todo, Marta se considera afortunada porque tiene una pequeña empresa y tanto su socio como sus empleados siempre estuvieron a su lado apoyándola: «Soy una privilegiada, si no fuera autónoma estaría despedida». No le tiembla la voz al afirmar ese hecho pues conoce de cerca a personas a las que el cáncer les truncó la posibilidad de continuar en un puesto de trabajo.

«Durante el tratamiento de la enfermedad la capacidad de concentración disminuye muchísimo»

Es el caso de Esther Ortiz, una contable de 60 años ya retirada. Marta y ella se conocieron «en la lucha» y son ahora buenas amigas. Pero Esther no tuvo la suerte de Marta, laboralmente hablando. «Estaba muy cansada y no sabía qué me pasaba, así que le pedí a mi jefe unos meses de excedencia», comenta. Él se los concedió, pero tras el diagnóstico, Esther sabía que no podría continuar con su trabajo, así que lo dejó y se buscó uno a media jornada que sí pudiera asumir.

Pero pronto llegaron los tratamientos y las revisiones, y con ellos las faltas ?siempre justificadas?, pero a su nueva empresa no le gustó encontrarse con la palabra «oncología» en los informes. «Me mandaron a la mutua, como si mi cáncer fuera por un accidente laboral. Cuando me dijeron que debía incorporarme a mi puesto ya estaba despedida», explica esta superviviente de cáncer. El caso de Esther no es el único, tal y como evidencian los últimos datos publicados por el Grupo Español de Pacientes con Cáncer (Gepac), donde el 96 % de los encuestados afirma haber tenido problemas para reinsertarse laboralmente o para pedir una baja por enfermedad.

«Me mandaron a la mutua, como si mi cáncer fuera por un accidente laboral. Cuando me dijeron que debía incorporarme a mi puesto ya estaba despedida»

Al respecto, ella confiesa que no tener un trabajo continuo «te hace perder la ilusión» e incluso «la noción del día que es».

Tratamientos posteriores

Al tiempo necesario para tratar la enfermedad se suma la recuperación posterior y los tratamientos para paliar daños colaterales. «Cada mes y medio tengo que ir al hospital a que me pongan inmunoglobulinas, ya que tras la quimioterapia ya no las produzco», comenta Marta. Se tarda un total de cinco horas en poder suministrar estos anticuerpos. «Necesito toda una mañana en el hospital. Y después me paso dos días de borrachera médica en los que no tengo la concentración necesaria para poder trabajar», explica. En su caso, la medicación le produjo una inmunodeficiencia por lo que su salud es más vulnerable. «Cojo catarros con más frecuencia que otra persona. En Galicia tenemos el clima que tenemos: frío y húmedo. Pero yo no me puedo ir a vivir a otra zona», comenta Marta. En su misma situación se encuentran muchos enfermos oncológicos y, confiesa, «en las empresas a veces parece que las bajas laborales no son justificadas. Es muy difícil ponerse en la situación de una persona que haya pasado por un cáncer», denuncia.