Colossus, el robot bombero que salvó Notre Dame

M.V.

SOCIEDAD

El héroe fue esta vez una máquina no tripulada terrestre que asume el riesgo cuando la situación se vuelve demasiado peligrosa para el ser humano. Fue el responsable de bajar la temperatura en la catedral parisina

16 abr 2019 . Actualizado a las 17:40 h.

Notre Dame se convirtió este lunes en un horno. Tras más de nueve horas de feroz combate contra el fuego, más de 400 bomberos y un robot consiguieron extinguir un complicadísimo incendio que se propagó rápidamente por más de mil metros cuadrados de cubierta. La situación era delicada: un templo gótico de elevada altura, refugio de un incalculable patrimonio artístico. Las labores solo podían encarse desde abajo, centrando los esfuerzos en evitar la propagación de las llamas y, en contra de lo que sugirieron algunas voces, evitando el uso directo y a presión del agua, sobre todo, desde el aire. Su aplicación habría provocado daños incluso mayores: el peso de la estructura habría aumentado, desestabilizando unos pilares ya de por sí precarios, consecuencia de las dimensiones del fuego. ¿Qué hacer entonces? ¿Cómo frenar la combustión? 

La prioridad era clara: bajar la temperatura dentro de la nave. Cuando los bomberos advirtieron que la aguja central de Notre Dame estaba a punto de venirse abajo, decidieron que era el momento de convocar a Colossus, un pequeño robot de 1,60 metros y 500 kilos, montado sobre orugas, capaz de subir escaleras, remolcar hasta dos toneladas, trabajar de forma autónoma durante unas cinco horas y soportar temperaturas extremas. Fue el héroe de la noche. Gracias a esta máquina no tripulada terrestre, fabricada en Francia por Shark Robotics, los servicios de emergencias consiguieron enfriar el lugar y culminar la extinción. 

Colossus asume el riesgo en lugar de los humanos cuando la situación se vuelve demasiado peligrosa, por ejemplo, en caso de amenazas de deslizamientos de tierra, fugas de gas o, como esta vez, temperaturas demasiado altas. Puede realizar múltiples misiones, como evacuar víctimas, trasladar equipos o desempeñar labores de reconocimiento con herramientas de inspección de vídeo y sensores de gas.

El robot no reemplaza a los bomberos, responsables de controlarlo remotamente. La madrugada de este lunes, lo enviaron directo al infierno, enchufado a una potente manguera de incendios que le permitió arrojar chorros directos con forma de cono. De color rojo brillante, aspecto de tanque en miniatura y elaborado en aluminio, se incorporó a la brigada parisina a principios de abril. «Es un gran aliado», dijo a Le Figaro el portavoz de los bomberos de la capital francesa Gabriel Plus. «Puede transportar hasta una tonelada de carga, botellas de oxígeno o material, por ejemplo, y empujar hasta dos toneladas, puede mover un automóvil». Arrastrar mangas de agua. Introducir cámaras térmicas en lugares inaccesibles para identificar fugas. Localizar los focos de los incendios. Determinar si una estructura es estable o está a punto de derrumbarse. 

A través de una tableta, el bombero ve lo que el robot va descubriendo, por lo que dispone de información precisa para decidir si involucrar o no a sus compañeros de equipo en la operación. Y, aún con todo esto, sus creadores trabajan para perfeccionarlo: su próximo reto, ampliar su autonomía e incoporarle una camilla para transportar heridos.