En la misiva que envía a Francisco, Javier relata su indignación ante el «ridículo e insultante» castigo impuesto a Ramos Gordón, apartado un año de su labor de párroco, año en el que incluso se le hicieron homenajes. Lamenta los falsos perdones, y recuerda sobre todo a su hermano, también víctima de abusos «que falleció sin obtener justicia por todo lo que le hicieron... basta de excusas, queremos justicia y una justicia real», pide Javier al pontífice en un escrito que al menos el arzobispo Omella se compromete a entregarle.
Los casos de abusos sexuales a menores en La Bañeza y Puebla de Sanabria por parte de religiosos salieron a la luz hace casi dos años. Hay varias denuncias contra Ramos Gordón, quien fue profesor en el seminario de La Bañeza y después párroco en Tábara, Zamora, pero no fueron los únicos. De hecho, tiempo después el obispo de Astorga tuvo que abrir otra investigación contra un sacerdote que en febrero del 2017 ejercía en O Barco. Los abusos tuvieron lugar en las décadas de los 70 y los 80, y tanto las víctimas como sus compañeros han exigido al obispado que no queden impunes ni los culpables ni quienes lo permitieron.